LA COMUNA DE PARÍS

El cielo por asalto

Por Rodolfo G. Módena

El 18 de marzo de 1871, hace 145 años, los obreros parisinos, al decir de Carlos Marx, “tomaron el cielo por asalto”.

En 1848, año de la aparición del Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, había fracasado la primera insurrección obrera en Francia. Luis Bonaparte ganó las elecciones de ese año y, en 1851, con un golpe de Estado se autoproclamó como Napoleón III, Emperador de Francia, el mismo que desencadenaría la desastrosa Guerra Franco-Prusiana de 1870/71. A propósito, en 1852, Marx había escrito su obra “18 Brumario de Luis Bonaparte”.

A comienzos de 1871, Francia, cercada por los ejércitos de Bismarck, se encontraba sumida en la más tremenda crisis. Esto detonó el masivo alzamiento obrero de París y la primera experiencia de organización de un gobierno de los trabajadores, por los trabajadores y para los trabajadores.

La Comuna organizó gobiernos populares en los veinte distritos de París, promulgando una serie de resoluciones revolucionarias: promovió la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, congeló alquileres, expropió viviendas ociosas para los sin techo, eliminó los privilegios de los funcionarios públicos, puso las fábricas cerradas en manos de los trabajadores, limitó el trabajo nocturno, prohibió la trata de mujeres y la prostitución organizada, garantizó la asistencia a los desposeídos, la igualdad y fraternidad con los extranjeros, la educación y la salud gratuitas, así como la promoción del teatro y la cultura en general; además de impulsar las ideas socialistas y organizar milicias populares para la defensa de París.

Luis Bonaparte abdicó, pero la Asamblea Nacional de mayoría conservadora eligió al reaccionario Thiers (“ese enano monstruoso” lo llamó Marx en “La Guerra Civil en Francia”, escrita al calor de aquellos hechos) como Primer Ministro del gobierno burgués fugado a Versalles. La burguesía francesa temía más a los obreros parisinos armados que a la burguesía prusiana y a Bismarck, por lo que pactó con éste y le pidió respaldo para aplastar a La Comuna.

Sobrevendría, entonces, la Semana Sangrienta del 21 al 28 de mayo en la que decenas de miles de hombres, mujeres y niños cayeron abatidos en las barricadas que defendían al poder popular con sus banderas rojas y francesas también acribilladas. Otros tantos serían cruelmente asesinados en los días siguientes, regando de sangre obrera las calles de París. La burguesía daba así su criminal escarmiento a la osadía del proletariado de querer gobernar por sí mismo.

La Comuna fue derrotada, pero sus dos meses largos de vivencia heroica demostraron a la clase obrera internacional, ya no solo la necesidad, sino la posibilidad de conquistar el poder político y construir una nueva sociedad.

Unas décadas más tarde, la herencia inmortal de La Comuna de París se vería plasmada en la experiencia victoriosa de los soviets rusos y la Gran Revolución Socialista de Octubre conducida por Lenin.

La Comuna fue derrotada, pero su vivencia heroica demostró a la clase obrera internacional la posibilidad de conquistar el poder político y construir una nueva sociedad.