A 40 AÑOS DEL GOLPE

La Plaza del No a la entrega

Pese a los deliberados esfuerzos del poder real por silenciar, ocultar y distorsionar el contenido de los actos conmemorativos del 24 de marzo de 1976, cientos de miles de personas se movilizaron en todo el país para reafirmar la exigencia de Memoria, Verdad y Justicia y la continuidad del camino reparador iniciado el 25 de mayo de 2003. Ese fue, sin embargo, sólo uno de los elementos convocantes. El último 24 de marzo (el más multitudinario en tres décadas de democracia) canalizó el fuerte descontento de amplios sectores de nuestra sociedad frente al agresivo proceso de restauración neoliberal impulsado por el ingeniero Macri en sus primeros 100 días de gobierno. Nuevamente prevaleció un denominador común presente durante los últimos años: una evidente mayoría de “gente suelta”, no organizada, y una identificación férrea con el liderazgo de la compañera Cristina Fernández de Kirchner.

Pretendieron instalar una suerte de Obamanía, saturando medios y redes con todas las nimiedades que surgían de la presencia del presidente norteamericano en nuestro país, quien eligió una fecha premeditadamente provocadora para pisar suelo argentino. Sin lluvia de dólares, ni grandes inversiones ni la delegación anunciada de trescientos empresarios (sí vinieron los 300 hombres de negro del servicio secreto) Barack Obama viajó exclusivamente para dar respaldo político a la esperanza blanca del imperialismo en América Latina. Ese fue el eje principal, enmarcado en la ofensiva más general de los Estados Unidos por recuperar posiciones en nuestro continente tras más de una década de avances antineoliberales y la creciente influencia de las locomotoras del mundo multipolar, como lo son la República Popular China y la Federación Rusa.

En su escala previa, el jefe de la Casa Blanca realizó una visita oficial a Cuba Socialista, sin dudas un hecho de trascendencia histórica. Lo realmente significativo es que Obama fue recibido por la generación histórica de la Revolución y por un pueblo heroico que está lejos de confundirse con sonrisas cinematográficas o discursos concebidos para un enemigo arrodillado. “Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura (…) No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta.” Son palabras del compañero Fidel, siempre victorioso, al filo de sus 90 gloriosos años.En un contexto mundial y latinoamericano objetivamente distinto al de 25 años atrás, los yanquis tuvieron que ceder y modificar sus formas de agresión.

La situación en nuestra región es delicada. Lograron (aunque transitoriamente) dar vuelta la taba en nuestro país, recrudecen la presión desestabilizadora sobre Venezuela y dieron la señal de largada para consumar el Golpe de Estado en Brasil mediante el inicio del proceso de juicio político a la compañera Dilma Roussef. Nunca fue tan explícito el rol antidemocrático de los medios masivos de comunicación en tándem con el Poder Judicial. Michel Temer -actual vicepresidente del Brasil y una de las cabezas de la conspiración- ya prometió un profundo ajuste si es que logra desplazar a la presidenta electa constitucionalmente. Hay que reconocer que Macri hizo escuela en tan sólo 100 días y un poquito más también (atentos al anuncio de pasmosos aumentos en las tarifas de gas, agua y el transporte público, además del pulgar abajo al ARSAT 3 y la salida de Telesur invocando la pluralidad de voces).

El dato es que en Brasil, en Venezuela y en la Argentina los pueblos salen decididamente a las calles dispuestos a defender lo conquistado. Podemos observar un resurgir de la acción de masas con pocos antecedentes en la historia de nuestro continente. Aun así, cada país y cada pueblo poseen su singularidad, sus avances y limitaciones, sus diferentes planos de conciencia y organización. La Plaza del 24 de marzo nos mostró una vez más la enorme base social con que contamos, movilizada al calor de la defensa del proyecto nacional concebido por Néstor y Cristina. Nuestro deber es darle horizonte político y carnadura organizativa, para que la participación popular no sea una ola que indefectiblemente se desarma, sino el camino para volver a ser gobierno y avanzar hacia nuevas y mayores conquistas.