TODOS CON CRISTINA

Defenderla es defender al pueblo

El imponente acto de masas frente a los Tribunales de Comodoro Py abrió una nueva etapa en el escenario político nacional, marcado por un drástico retroceso en los logros alcanzados durante los últimos 12 años y un deterioro profundo en las condiciones de vida de millones de compatriotas. El regreso de la compañera Cristina produce un verdadero cimbronazo, a tal punto que la derecha se sigue preguntando sobre la conveniencia de haber propiciado la circunstancia. La indagatoria por la venta de dólares a futuro (decisión de política económica no judiciable, a menos que de ahora en más la gestión económica sea atributo de los jueces) pone en evidencia la naturaleza política de la embestida judicial. La respuesta también fue política.

La multitudinaria movilización incorporó dos cuestiones centrales: la enorme adhesión popular que concita la ex presidenta, verificada esta vez en los miles y miles que bajo la intensa lluvia se congregaron para acompañarla, y la plena vigencia del instrumento político -el Frente para la Victoria- que debemos afirmar y consolidar para que se transforme en el motor chico que de impulso al frente patriótico y ciudadano al que nos convocó Cristina para defender lo conquistado y enfrentar la restauración conservadora en nuestro país.

La decisión del enemigo está tomada, trasciende a los serviles vitalicios del Partido Judicial (Bonadío o el siguiente), e incluso al gobierno antipopular de Mauricio Macri: “Cristina debe ir presa”, esa es la determinación del imperialismo norteamericano. Su liderazgo no sólo constituye un punto de inflexión en la vida política argentina sino que produjo (junto a sus pares latinoamericanos) un daño objetivo a las posiciones de los Estados Unidos en el concierto de las naciones y en particular en nuestro continente. Eso no se lo perdonan. No importa entonces la causa que inventen o el personaje al que apelen, el objetivo estratégico de los yanquis es clausurar cualquier posibilidad de retorno al Ejecutivo del proyecto nacional, popular y latinoamericanista que sólo la figura de Cristina puede encarnar.

“Nunca vi tantas calamidades en tan sólo 120 días”, sinceró Cristina. Allí está el propósito inmediato de la persecución judicial desatada. Tapar el escándalo de las offshore del presidente en paraísos fiscales y, fundamentalmente, tapar el brutal ajuste que golpea frontalmente sobre los más pobres, los asalariados, los jubilados, los trabajadores en negro, los desocupados (que crecen de a miles), las pymes, los sectores de ingresos medios; en fin, el impacto es nuclear, más aún si tenemos presente el país que el ingeniero Macri recibió el 10 de diciembre de 2015. Los mismísimos popes de la UIA (que trabajaron por el triunfo de Cambiemos) salieron a advertir sobre la inminente pérdida de 200 mil puestos de trabajo causada por el arrasador tarifazo eléctrico sobre las economías de las empresas.

Con elogios a Macri, el informe anual del Fondo Monetario Internacional anticipó una caída de 1 punto del PBI para este año y un avance de dos puntos en la masa de desocupados. Esto según la mirada contemplativa de los “amigos” del Fondo. Lo cierto es que crece sectorialmente la conflictividad social, se superponen recortes sobre derechos adquiridos (como los más de 100 medicamentos que ya no tendrán cobertura completa del PAMI) y se pueblan de chicos los comedores en los barrios, reproduciendo imágenes lacerantes que creíamos superadas.

Cristina nos está proponiendo organizar el descontento creciente de vastos sectores sociales y encauzarlo políticamente. Sería un riesgo que fuera el enemigo quien imponga los tiempos de la confrontación e incluso de un conflicto social más extendido y generalizado. Van a hostigar como nunca antes a nuestra conductora, van a perseguirla y van a intentar (de cualquier manera) sacarla de la cancha. No los mueve sólo el odio de clase, también el pánico. Con conciencia, con templanza, con unidad, con organización y movilización popular vamos a defenderla. Porque defender a Cristina es defender a nuestro pueblo.

Cristina nos está proponiendo organizar el descontento creciente de vastos sectores sociales y encauzarlo políticamente.