AMÉRICA LATINA

Brasil y Venezuela, ejes de la disputa regional

Resulta importante resaltar que serán los pueblos de nuestra región quienes diriman con la lucha por la defensa de sus derechos, el definitivo rumbo que tome nuestra historia.

No parece ser casual que dos administraciones con dudosa praxis democrática, como la de Paraguay, cuyo presidente Cartés fue el principal impulsor de la destitución parlamentaria de Fernando Lugo, y la de Brasil, cuyo presidente interino Michel Temer es la figura principal del golpe de Estado parlamentario a Dilma Rousseff, con el beneplácito de un gobierno como el de Mauricio Macri, que si bien es legal, va perdiendo cotidianamente su legitimidad, sean los responsables de la crisis en el MERCOSUR.

La decisión del gobierno uruguayo de Tabaré Vázquez de producir el recambio de la Presidencia protempore del bloque regional, se ve cuestionada por estos personajes de la derecha latinoamericana al servicio del imperialismo yanqui y su decisión de reconstruir su patio trasero a toda costa.

El canciller paraguayo Loaizaga (ex funcionario de Stroessner) afirma que el MERCOSUR se encuentra acéfalo, desconociendo así en el mismo sentido que el canciller brasileño José Serra (interino) la legitimidad del traspaso de la Presidencia llevado adelante por el Uruguay, quien a través de su canciller, Rodolfo Nin Novoa, denunció el intento brasileño de comprar su voto contra Venezuela a cambio de incluir a la nación oriental en sus negociaciones con Europa y los EE.UU. En tanto Susana Malcorra, canciller argentina, acusa a Uruguay de producir un vacío y un limbo legal en el bloque regional.

La ofensiva de la derecha, demostrando que es más fácil cacarear que poner huevos, vulnera así el orden institucional de nuestra región y el apego a las leyes que dice defender.

El ataque al gobierno legítimo de Nicolás Maduro, que comenzó con el intento de aplicar la Carta Democrática de la OEA (rechazado por la mayoría de los países miembro) tiene así un segundo capítulo, ejercido al sentirse envalentonados por el avance de las opciones neoliberales en América Latina.

Desde el gobierno bolivariano se asegura que Venezuela está ejerciendo de hecho y de derecho la Presidencia protémpore desde el momento en que recibió el traspaso por parte de Tabaré Vázquez. Esta práctica antidemocrática de tres de los socios plenos del bloque pone en peligro el éxito de las tareas que debe llevar adelante Maduro en representación de los gobiernos y los pueblos del MERCOSUR durante los seis meses que dura su mandato.

A su vez, el fraudulento juicio de “impeachment” contra Dilma Rousseff, fundamentado en la acusación de “crimen de responsabilidad” que ya fue desestimado por la Justicia brasileña, se sustenta en el voto de una no pequeña cantidad de parlamentarios acusados de corrupción en el Estado y responde a la necesidad de los EE.UU. de controlar la principal potencia latinoamericana.

No parece ser posible que esta conformación parlamentaria esté dispuesta a aceptar la propuesta de mantener la presidencia de Dilma y llamar a un plebiscito para que sea el pueblo brasileño el que decida el llamado anticipado a elecciones para Presidente y evitar la ilegalidad de condenar a un inocente. Tal vez la mejor demostración de la impopularidad del gobierno interino se haya reflejado en la silbatina olímpica a Temer en la inauguración y su ausencia en el cierre de los Juegos Olímpicos realizados en Río de Janeiro.

En fin, como conclusión provisoria del conflicto, resulta importante resaltar que serán los pueblos de nuestra región quienes diriman con la lucha por la defensa de sus derechos, el definitivo rumbo que tome nuestra historia.

El rumbo progresivo iniciado con Lula, Chávez, Néstor, Cristina, Evo y Correa, interferido por el accionar cuasi mafioso de los medios hegemónicos de comunicación que provoca las actuales dificultades y el avance del neoliberalismo se zanjará, tarde o temprano, por la lucha consciente de las clases populares en su camino hacia la concreción de mejores condiciones de vida para las mayorías.