SIRIA, ESCENARIO DE UNA CONFRONTACIÓN GLOBAL

Los yanquis juegan con fuego

El delicado equilibrio logrado a través de los años transcurridos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial parece estar en peligro. La imposibilidad de establecer una hegemonía unipolar en el mundo por parte de la potencia imperialista y el resurgimiento de Rusia como potencia militar, desatan la impaciencia de los halcones del Pentágono y sus socios de la OTAN.

Rusia ha desplegado en Siria sus sistemas misilísticos S-300 y S-400 para reforzar la defensa del territorio como elemento de disuasión frente a la barbarie imperialista.

La situación en territorio sirio sigue siendo altamente explosiva. Los esfuerzos de la coalición que respalda al gobierno legítimo de Bashar Al Assad en su intento por erradicar la actuación de las fuerzas terroristas, chocan contra las permanentes provocaciones del imperialismo y sus aliados quienes, lejos de buscar el fin de la guerra fratricida, apuestan al derrocamiento del líder sirio y al establecimiento de un gobierno afín a sus intereses en la región.

Damasco ha denunciado recientemente el incumplimiento de los EE.UU. de su compromiso de separar a las fuerzas de oposición moderada de las tropas de Al Nusra, dado que usan la excusa de no poder distinguir ambas fuerzas para evitar el bombardeo de las posiciones del EI, favoreciendo el fortalecimiento de los fundamentalistas islámicos.

Con la complicidad de Alemania, Francia e Inglaterra, los yanquis buscan aplicar sanciones económicas tanto a la Federación Rusa como a Siria como una forma de limitar la ayuda que la primera brinda a la república árabe en la guerra desatada. En ese sentido parecen destinarse las “negociaciones” para anular el poder de veto de Rusia en el Consejo de Seguridad y generar una Resolución de la ONU que les desate las manos a los Estados Unidos. La reciente reunión entre los cancilleres de Rusia, EE.UU., Irak, Turquía, Arabia Saudí, Catar y Egipto, finalizó sin llegar a un acuerdo sobre un alto al fuego en la región.

Entretanto, los yanquis se negaron a dar razones para el ataque contra posiciones del Ejército Árabe Sirio en Jabal Thardah, en los alrededores de Deir Ezzor, mediante cinco aeronaves y durante una hora. Y sigue sin esclarecerse el incidente donde fue atacado un convoy con ayuda humanitaria a Alepo que puso fin al frágil alto el fuego conseguido semanas atrás.

Desenmascarando los objetivos de la “oposición moderada” en Siria, Al Assad asegura que los militantes del autodenominado Ejército Libre de Siria están hoy enrolados en Al Nusra y el EI y es por eso que no se mueven de Aleppo, lo que facilitaría el combate contra las formaciones fundamentalistas. Esta situación favorece el accionar de los norteamericanos en su búsqueda de empantanarlo todo, al tiempo que les permite a los yanquis profundizar su labor de agresión permanente contra Rusia, quien no desiste en su intento de pacificar la región y evitar así el escalamiento de un conflicto global que ponga en riesgo la supervivencia del planeta.

Las recientes declaraciones del Jefe de Estado Mayor del Ejército yanqui acerca de que “la próxima guerra mundial es casi inevitable”, reforzada por el Mayor General William Hicks acerca de que debido a la automatización masiva del sistema de armas y el desarrollo de la inteligencia artificial, cualquier conflicto que utilice armas convencionales ocurrirá muy rápido y con muchas bajas, preanuncian un futuro incierto. Entretanto Ashton Carter, Jefe del Pentágono, no descartó el uso de armas nucleares, dejando entrever que los objetivos del ataque sería Rusia.

En este escenario, la escalada del conflicto interno en Siria podría servir de excusa para una nueva aventura del ejército norteamericano y reafirma la convicción de que es en este sentido que las fuerzas de la OTAN financian a los grupos yihadistas.

Rusia ha desplegado en Siria sus sistemas misilísticos S-300 y S-400 para reforzar la defensa del territorio como elemento de disuasión frente a la barbarie imperialista. El delicado equilibrio logrado a través de los años transcurridos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, parece estar en peligro. La imposibilidad de establecer una hegemonía unipolar en el mundo por parte de la potencia imperialista y el resurgimiento de Rusia como potencia militar, a la vez que su consolidación como economía emergente junto a China, India, Brasil y Sudáfrica, desataron la impaciencia de los halcones del Pentágono y sus socios de la OTAN.

Vladimir Putin, en su decisión de concertar políticas en el plano económico y militar con distintos países de Asia, África y América Latina, resulta un hueso duro de roer para dichas pretensiones.