CUMBRE DE LA OMC

Un fracaso sonoro

A pesar de las concesiones y la declarada obediencia a las recetas de los organismos internacionales, ser anfitrión de la Cumbre de la OMC no ubicó al gobierno nacional en ningún lugar destacado. El marco, los anuncios de la Reforma Previsional y Tributaria, las pruebas de amor a las exigencias del FMI.

La OMC es el organismo que “regula” el comercio multilateral: esto debería contemplar, por ejemplo, los aranceles de importación y los subsidios a los productores de cada país para que el intercambio sea más o menos acordado. Por supuesto que una cosa es hablar de acuerdos entre grandes potencias, y otra entre una potencia y un país en desarrollo. En este último caso, no es lo mismo una presidenta como Cristina buscando lo más favorable para el pueblo argentino, que un Macri, entregándolo. En este momento además, la tensión está dada porque hay sectores de la economía global (a veces se puede leer países, a veces corporaciones) que continúan la línea del “libre comercio” y otros que implementan políticas proteccionistas, como los que lidera Trump en Estados Unidos o como la Unión Europea. Desparraman sus productos por el mundo y son recelosos en lo que les ingresa. El gobierno de Cambiemos parece alinearse con los primeros, pero choca contra la realidad global. A Macri le salió mal su intento de pararse ante el mundo entre fanfarrias y trompetas. Fue tanto el interés en que no se empañara la fiesta, que a representantes de ONGs (un clásico en estas cumbres) no les fue permitida la acreditación.

Algunos de los puntos que se abordaron, o quisieron abordar, fueron el del comercio electrónico (pensemos en pulpos como Facebook, Google, Apple) que pretende que los Estados nacionales no apliquen medidas de control: en las redes sociales los anuncios de ventas son constantes, y los datos personales una cuestión delicada; el de la regulación no sólo a las políticas nacionales sino a las provinciales y municipales; la eliminación de los subsidios a la pesca y la liberación del comercio de bienes y servicios.

Macri no logró que los yanquis promuevan el ingreso de la Argentina a la OCDE y abran su mercado al ingreso de biodiesel. La dupla Macri-Temer, a pesar de ceder y de agacharse, tampoco consiguió rubricar el TLC Mercosur-Unión Europea tras las 30 reuniones bilaterales que se realizaron. De las negociaciones frustradas: la de la liberación de aranceles y la colocación de productos agropecuarios en el Viejo continente, eran las más importantes. Encabezado por Francia, el grupo de países europeos no torció el brazo en nada. Incluso venían con un paquetito de exigencias a las que Macri y Temer estaban dispuestos a conceder. Por ejemplo la apertura de licitaciones para “compras públicas” de los gobiernos sudamericanos, por la cual exigían la aplicación del modelo de “licitación cerrada”: o sea que una misma empresa concursante puede adjudicarse la obra (por ejemplo, una construcción) el aporte de los rodados, maquinarias y otro equipo pesado, y una vez finalizada la obra dejar “en donación” para el país los equipos usados (que, en realidad, ya había pagado el gobierno contratante).

Esta “gran” cumbre de la que sólo pueden sacar partido -contradicciones mediante- los grandes sectores del poder económico, tuvo el escenario de calles cortadas para que ninguna movilización amenace su buen desarrollo. Pero en el contexto de la pretendida implementación de leyes antipopulares, en particular la Tributaria y Previsional exigidas por el FMI, las movilizaciones existieron porque la resistencia crece.