Un clamor antineoliberal

EL 8M EN LAS CALLES

Cada movilización popular, cada reclamo abajo, sea general o sectorial, sea más grande o más chico, va confluyendo en el repudio al modelo económico que impulsa la alianza gobernante, y en particular hacia Mauricio Macri. Es un elemento nuevo, que no se expresó con tanta evidencia durante los dos primeros años de Cambiemos. Los cantos en los estadios, recitales, en la calle o en el subte, se esparcen como un reguero reflejando el estado de bronca de sectores cada día más numerosos de nuestra sociedad. El deterioro económico y social es el eje del descontento. Desde el gobierno apelan a maniobras distractivas, instalan temas en la agenda cotidiana que buscan dividir mal la cancha y empiojar la discusión política. Primero con la “doctrina” Chocobar, luego con el pretendido cobro a extranjeros por los servicios de salud y educación, y finalmente con el debate por la despenalización del aborto. En este último caso, y a pesar del cinismo PRO, debemos aprovechar el escenario abierto para conquistar una reivindicación muy cara para millones de mujeres, que es además un problema de salud pública.

La lucha por el fin de la violencia de género, por la igualdad de remuneraciones, por el aborto legal, seguro y gratuito fueron algunas de las principales consignas del 8M, cuyo epicentro fue la multitudinaria movilización en la ciudad de Buenos Aires, con un protagonismo de las mujeres (en un principio desde el Ni una menos) que es hoy referencia en América Latina y en distintas latitudes del mundo. Al decir de la compañera Cristina, se trata de un verdadero cambio cultural. El núcleo del paro internacional en nuestro país fue el rechazo a las políticas neoliberales que, en el breve periodo de Cambiemos, significaron un enorme retroceso respecto a las conquistas alcanzadas durante los 12 años de kirchnerismo. El Estado se corrió, se desmantelaron áreas claves como las de trata, femicidios y educación sexual, además de reprimir y hostigar la participación masiva de las mujeres en la lucha por la igualdad de derechos. En el trascurso de tan sólo dos semanas se produjeron dos acontecimientos de masas (el primero fue el 21 de febrero) en los que se expresó en las calles el extendido malestar de amplias franjas de nuestro pueblo frente a los dramáticos efectos de la aplicación del neoliberalismo.

El laberinto del gobierno se angosta en la medida que se profundiza el deterioro de la economía. La inflación superó los 4 puntos porcentuales en el primer bimestre del año; cae el empleo industrial y crece el trabajo precarizado; cayeron los haberes jubilatorios a partir de la actualización oficializada el 1 de marzo; la devaluación alcanzó un 9,35% sólo en 2018 y no hay tasas usurarias que puedan contener la corrida del dólar. En febrero, ni el gobierno nacional, ni provincias ni empresas pudieron conseguir dólares en el mercado internacional a raíz de la suba de tasas de interés en los Estados Unidos, cuya economía experimenta una recuperación (el american first de Trump resultó un problema para sus aliados neoliberales). Para un gobierno deuda-dependiente (tomaron más de 130 mil millones de dólares en dos años) esto es más que una luz de alerta. No es llamativo entonces que 7 de cada 10 compatriotas reprueben el rumbo económico y hayan caído de forma drástica las expectativas para este 2018. Entre los descontentos sobresalen diferentes sectores del establishment industrial, hoy afectados por la avalancha importadora, que puede ser más avalancha aún si se concreta el acuerdo Mercosur-UE. ¿La respuesta de Macri? Encarcelar al ex presidente de la UIA y dirigente de los industriales metalúrgicos Juan Lascurain. Mientras sigue repitiendo que “lo peor ya pasó”.

Es en este contexto que recrudece la persecución judicial contra CFK. La estrategia de construir un “megajuicio” donde van apilando las diferentes causas es lo único que les puede permitir continuar con esta pantomima escandalosa. Será juzgada además por un tribunal oral designado a dedo por el gobierno. Aprietan a dirigentes sindicales, jueces que buscan salirse del rodeo y ahora también a empresarios. Los factores de poder exigen a Macri acumular fuerzas para enfrentar la creciente resistencia que comienza a agrupar a vastos sectores de la vida nacional, fundamentalmente en el movimiento obrero. Por eso torpedean las diversas experiencias unitarias que se expresan en un sentido antimacrista, en particular los intentos que se producen en el seno del peronismo. Debemos comprender que la crisis que atraviesa el país no va a generar por sí sola una salida política de cara al 2019. El enemigo también reserva sus naipes y los va a jugar llegado el momento. No por nada María Eugenia Vidal está empeñada en que no la “michetticen”. Conciencia, organización y alternativa política es lo que debemos construir. Con Cristina en la conducción, los comunistas haremos nuestro aporte desde nuestra identidad, nuestra ideología y nuestra concepción frentista de liberación.