LOS TRABAJADORES LE PARAMOS A MACRI

Bronca contra el ajuste

La carta de intención que el gobierno nacional presentó ante el FMI para la aprobación del crédito de 50.000 millones de dólares, muestra no sólo los compromisos de coyuntura asumidos (dólar, inflación, crecimiento, gasto, presupuesto, subsidios/tarifas, etc.) sino también los ajustes estructurales que Macri está dispuesto (obligado mejor dicho) a hacer. En el menú neoliberal están las reformas laboral y del sistema previsional, la liquidación del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), la modificación de la Carta Orgánica del BCRA, el desguace de la planta estatal, entre otros. Ya no tiene retorno el presidente: si no entran los dólares de Lagarde, a su gobierno lo tapa el agua. Por eso los controles periódicos y la entrega vergonzante de nuestra soberanía que condicionará a las actuales y futuras generaciones. El cambio en la calificación de nuestro país (de mercado de frontera a emergente) por parte de Morgan Stanley, abre una hendija para seguir tomando deuda. El imperialismo tira “salvavidas” porque observa la profundidad de la crisis, y busca evitar un retroceso del ciclo conservador en la Argentina.

Llamativamente, este escenario es presentado como una recuperación, como un cambio en el clima de expectativas. Aun cuando el nuevo ministro de producción anuncia un segundo semestre “mucho más difícil”, con caída de los salarios y una agudización del cuadro recesivo. No es tan llamativo en realidad, sino que consideran que pueden seguir hablando con absoluta impunidad, confiados en la protección que les otorga la corteza mediática. Pero estos a su vez exigen al gobierno que morigere el impacto del ajuste en las provincias, a cambio del voto de los gobernadores a la ley de presupuesto. Lo cierto es que les quedan pocos cartuchos. El desempleo creció, el consumo cae, la pobreza se dispara empujada por el ciclo inflacionario, miles de pymes cierran sus persianas, la industria perdió 2500 puestos de trabajo por mes desde la asunción de Macri, pero “lo peor no pasó”, dicen ahora. Un relevamiento reciente (CEM/UMET) en el área metropolitana indica que un 48% de los encuestados disminuyó la porción de las comidas porque no le alcanzaba el dinero para comprar alimentos; el 61% afirma que no le alcanza el salario; y el 57% siente que su situación económica es peor que la de hace un año.

Esta verdadera catástrofe social es la explica la contundencia y extensión del paro general del 25 de junio, convocado por el conjunto de las organizaciones sindicales que integran la CGT y respaldado por las CTA. El nivel de adhesión fue muy elevado en todo el territorio nacional. Basta con ver algunas postales para dimensionar el descontento que como reguero unifica a vastos sectores de nuestra sociedad. Trabajadores, comerciantes, pequeños y medianos empresarios, e incluso algunos sectores del establishment industrial que pierden con el neoliberalismo. La medida de fuerza fue impulsada por la base del movimiento obrero, organizada en numerosos regionales de la Confederación General del Trabajo. Son los que vienen dando la pelea contra las posiciones genuflexas de muchas de sus conducciones gremiales. En el marco de la CTA, las luchas de docentes y estatales también han jalonado este camino de creciente resistencia. Advertimos sin embargo que la bronca no necesariamente se traduce en un mayor grado de conciencia. El enemigo es astuto y buscará orientarla hacia la antipolítica o, alternativamente, hacia variantes que comulguen con las necesidades circunstanciales del poder real en la Argentina.

Es necesario que este proceso de paulatina coordinación y unificación de las luchas cuente con una perspectiva política que nos permita evadir tanto las oscilaciones “dialoguistas” (que tienden a desmovilizar) como las prácticas sectarias que, con base en el trotskismo, buscan aislar y frustrar al conjunto de los trabajadores y trabajadoras. Ese vínculo político lo tenemos que construir, lo tenemos que organizar, en particular aquellos que estamos identificados con el liderazgo y conducción de la compañera Cristina, la dirigente que más conquistas arrancó para el movimiento obrero, con avances sin precedentes en los últimos 60 años de nuestra historia.