11 de septiembre

A CUARENTA Y CINCO AÑOS DEL GOLPE FASCISTA EN CHILE

Por Rodolfo G. Módena

 Un 11 de setiembre de 1973, hace cuarenta y cinco años, se perpetraba el sangriento golpe de Estado contra el gobierno del compañero presidente Salvador Allende Grossens y la hermosa experiencia democrática y socialista de la Unidad Popular en la hermana República de Chile. La Unidad Popular fue integrada por el Partido Socialista, el Partido Comunista, la Izquierda Cristiana, el MAPU y otras fuerzas de izquierda que llegaron al gobierno para transformar la sociedad chilena y contribuir a la integración latinoamericana. Era la maravillosa novedad de la “vía chilena al socialismo”. Era la ilusión puesta en práctica, la de una revolución socialista por la vía pacífica y la legalidad democrático-burguesa. El por siempre amado Salvador Allende supo pagar con su vida misma el compromiso asumido con su pueblo, con esa democracia y con la Historia de Chile y de nuestra América Latina en lucha por su liberación.

Resulta imposible olvidar aquel “Diálogo del Siglo” celebrado en Chile entre Salvador Allende y Fidel Castro en 1971; o aquel 25 de mayo de 1973, cuando asumía la presidencia de Argentina el compañero Héctor J. Cámpora y se produjo el histórico abrazo de éste con Salvador Allende y el entonces presidente de Cuba, Osvaldo Dorticós Torrado, en Buenos Aires.

Pero el imperialismo no iba a permitir el avance del proceso revolucionario en marcha. El 11 de setiembre de 1973, Salvador Allende, el amigo de Fidel, murió como un héroe, junto a miles de compañeros de su pueblo masacrado por la dictadura fascista del genocida Augusto Pinochet; murió también el gran trovador y camarada Víctor Jara, torturado y asesinado en el Estadio Nacional de Santiago; y junto a ellos el máximo poeta del siglo XX, Pablo Neruda, muerto envenenado pocos días después, entre los tantos caídos del glorioso Partido Comunista de Chile y su querida Jota (JJ.CC.)

Eran los “años de plomo”, en el sentido brutal y militar de la metáfora trágica. El “Plan Cóndor” del imperialismo yanqui desparramaba golpes de estados por toda nuestra América Latina. El de Chile fue una muestra de manual de aquellos planes. Estados Unidos sacó a la venta internacional sus reservas de cobre. Chile dependía de eso. El precio del cobre se derrumbó en el mercado global. También lo hizo con el estaño para sabotear al gobierno patriótico del General Torres en Bolivia (1970). Crisis económica, desfinanciamiento estatal, desabastecimiento en el mercado interno, rabia ignorante y fascismo contra la democracia socialista del compañero Presidente. Hoy le hacen lo mismo a Venezuela y a Nicaragua.

Hoy los días parecen distintos, y lo son en el sentido de las formas. Pero es la misma lucha la que tenemos por delante. La misma lucha de clases desentrañada por Carlos Marx y Federico Engels. La misma lucha antimperialista que nos enseñó Lenin y que interpretó con gran sabiduría latinoamericana el comandante Fidel Castro Ruz.

El “Plan Cóndor” de los golpes de estados fascistas, pergeñado por el gran genocida e impune Secretario de Estado de los Estados Unidos Henry Kissinger, hizo lo suyo, CIA y embajadas yanquis mediante. Pero entrados los años ochenta, el imperialismo empezó a diseñar su nuevo plan de dominación, que no parecía tener tanto que ver con los golpes militares clásicos, sino con lo mediático y lo judicial. Aunque tenía todo que ver con lo mismo. Es el mecanismo de los “golpes blandos” de esta fase neoliberal-fascista.

Hoy lo vemos a diario y no vamos a abundar en detalles. Porque ya en los años noventa, muchos jueces y funcionarios judiciales eran invitados a cursos de capacitación y perfeccionamiento en los Estados Unidos. Y muchos fueron como filibusteros contentos, como los militares que iban becados al Comando Sur del Ejército norteamericano en Panamá, allá por los setenta. Como que son los míseros garantes del sistema capitalista, imperialista y neoliberal.

Con el juez Moro en Brasil y Bonadío en Argentina tenemos suficientes botones de muestra. Porque todo tiene que ver con todo. El mismo enemigo principal: el imperialismo yanqui, la oligarquía vernácula y sus sirvientes de turno.

Y el mismo amor popular por Cristina en Argentina y por Lula en Brasil, por Maduro en Venezuela, por Correa en Ecuador, por Ortega en Nicaragua, por Cuba y por Raúl Castro, y por el querido indio Evo Morales Ayma en Bolivia. Por la memoria del compañero presidente Salvador Allende en Chile y la Patria Grande toda.