EL PROYECTO NEOLIBERAL

A la deriva

 El descontento es el eje de conversación cotidiana, en cualquier ámbito de la vida social. Lugar de trabajo, facultad, colegio u hospital; en el almacén, al cargar combustible o en el supermercado. Un paradójico fenómeno de pensamiento único. Siete de cada diez compatriotas rechazan el rumbo económico del gobierno. El malestar deviene en bronca y se expresa en miles de luchas que atraviesan todo el territorio nacional. Los medios oficiales hacen malabares pero no logran revertir el repudio generalizado frente a las dramáticas condiciones que impone el neoliberalismo. Sin buenas noticias que ofrecer, destilan desánimo, angustia y miedo, convocando a la parálisis y la antipolítica.

Macri intenta mostrar un escenario de gobernabilidad aunque está lejos de poder controlar la situación. En un contexto de evidente debilidad política, convirtieron la foto con los gobernadores en un verdadero acontecimiento. No obstante la discusión en torno al Presupuesto 2019 no está cerrada. El ajuste es sangriento y agudizará el drama social que padecen millones. La devaluación del mes de agosto, superior al 30%, produjo una escalada en los precios cuyo impacto es nuclear. La realidad en los grandes cordones urbanos es un polvorín (especialmente en la provincia de Buenos Aires) por eso Mariu Vidal adelantó partidas para intentar contener un desenlace explosivo.

“Sin Cambiemos en el gobierno esta crisis hubiera terminado como en el 2001”, dijo Macri. Cada vez que habla, todo resulta más “tormentoso”. Los yanquis lo siguen sosteniendo, aunque advierten que ya no está en condiciones de administrar la crisis. Desde que ingresaron los 15 mil millones de dólares del FMI (22 de junio) se perdieron 12.134 millones de las reservas. Durante la semana en curso, la divisa norteamericana volvió a subir y crecen los retiros de depósitos en dólares. Los grandes especuladores (y grandes ganadores de las últimas semanas) se ponen a resguardo. Ya no hay tasas ni letras que los conmuevan. Mientras, la actividad económica, el empleo y el consumo caen con estrépito.

Con el FMI al gobierno sobrevino un ataque que busca ser fulminante contra la planta estatal. Los masivos despidos en Agroindustria, la degradación de los ministerios de Salud y Trabajo y el desguace de los entes recaudadores bajo la órbita de Justicia anticipan miles de cesanteados. La respuesta en las calles de los trabajadores estatales es masiva y permanente. En simultáneo se produjo la histórica movilización de la comunidad universitaria, tras un mes de paro y clases públicas, que logró romper el techo paritario pretendido. Los docentes de las escuelas públicas continúan en pie de lucha con niveles de participación inéditos. Frente a la exasperante pereza de la conducción de la CGT, cada día son más los gremios dispuestos a poner el cuerpo y terciar en un contexto de creciente conflictividad e imprevisibles definiciones.

Urge elaborar un programa mínimo frente a la crisis y constituir un centro coordinador de las luchas. La dispersión de los reclamos debilita la posibilidad de poner un freno al ajuste, además de facilitar las acciones represivas de un gobierno que agita fantasmas (de guerra de guerrillas por ejemplo) para justificar todo tipo de violaciones al estado de derecho y las garantías constitucionales. La unidad de los que luchan es la que nos permitirá acumular fuerzas y construir una perspectiva política que derrote al neoliberalismo en nuestro país. Esa salida política es inconcebible sin la conducción de la compañera Cristina. Es su liderazgo el que altera los planes del imperialismo, que en otras circunstancias ya habría forzado un cambio de figuritas, llámense Pichetto, Massa, Lavagna o Lorenzetti, a quien acaban de liberar de sus ataduras institucionales. Pero está Cristina, y detrás de ella, millones dispuestos a dar la pelea.