LA “TORMENTA” NEOLIBERAL

Estatales en pie de lucha

 Cual propietario de un almacén de ramos generales al borde de la quiebra, el Ing. Macri anunció las medidas “extraordinarias” adoptadas tras la maxidevaluación que licuó salarios en poco más de dos meses al nivel de la pobreza e incluso la indigencia. Paritarias blindadas al 15% mientras la inflación se dispara sin que pueda vislumbrarse un techo.

Los números, expresivos en matemáticas, son pavorosos si se los mide en la dimensión humana de la pérdida de fuentes laborales, agravada ahora por la degradación de Ministerios clave al nivel de secretarías. Salud y Trabajo son los ejemplos más notorios por lo que implica en la realidad cotidiana de nuestra calidad de vida.

Desde diciembre de 2015, el PRO lleva adelante una política que consiste en el achicamiento del Estado en todos los sectores ejerciendo la consigna oligárquica de “Achicar el Estado para agrandar la Nación”, definiendo de paso cuáles son las áreas en las que avanzará el brutal ajuste comprometido con el FMI a los fines de hacer frente al pago de la deuda contraída en los dos años y medios de gestión.

Como afirma Daniel Catalano (secretario general de ATE Capital), “el detalle de la desaparición de los ministerios demuestra la prioridad que le asigna el Gobierno a la política pública que deben llevar adelante.”, agregando que la “desaparición del Ministerio de Trabajo hace inferir que la reforma laboral es un hecho, que los convenios se pueden caer, que podría no haber más paritarias”, sumado a los recortes propuestos que se efectivizarían mediante la eliminación de programas sociales destinados a los sectores populares.

El despido de 565 trabajadores del Ministerio de Agroindustria (ahora con rango de secretaría) y la represión a la protesta frente a la cartera no son parte de un cambio de denominación o algo meramente organizativo: se reducen las funciones del Estado y el plantel de trabajadores que trabajan en ellos.

La degradación del Ministerio de Salud a la categoría de Secretaría tras los anuncios de recortes en programas de vacunación y asistencia medicamentosa a enfermedades crónicas potencialmente mortales no es un mero dato de la realidad, sino que conforman un ítem más del “genocidio social” que siempre sigue al neoliberalismo como la sombra al cuerpo. Se han vuelto a ver, como no ocurría hace años, las colas en las puertas de los organismos estatales en busca de leche y pañales, o una canasta de alimentos para paliar la angustiante situación socioeconómica que implica la inflación descontrolada en alimentos.

En función del ajustazo, perdimos los Ministerios de Trabajo, el de Cultura y el de Ciencia y Tecnología, mientras aumenta sus atribuciones el de Seguridad, trasparentando aquello que afirmaba Catalano de las prioridades del elenco gubernamental.

Al tiempo que avanza el desguace del Estado, desmantelando estructuras gubernamentales esenciales para garantizar el ejercicio ciudadano de sus derechos humanos fundamentales, crece la movilización popular que acompaña los reclamos en las calles, así como la violencia de una administración que sabe que su modelo no cierra sin represión.

Como ejemplos de la creciente conflictividad social, bastan la marcha en defensa de la Educación, la formidable movilización en apoyo a los trabajadores de Télam y los multitudinarios abrazos a los Ministerios de Justicia, Salud, Trabajo y Agroindustria, que mostraron a un pueblo que no va a entregar su futuro sin resistencia.