ASTILLEROS RÍO SANTIAGO

La lucha continúa

Por Rodolfo G. Módena

Continúa la lucha de los trabajadores del Astillero Río Santiago contra los recortes salariales, el desfinanciamiento y los inconfesos planes de vaciamiento de la empresa por parte del gobierno de María Eugenia Vidal.

Tras reiterados cabildeos gubernamentales, el jueves 13 de setiembre, los obreros astilleros decidieron tomar pacíficamente la Planta de Ensenada, en exigencia de negociaciones serias con el gobierno del Estado de la Provincia de Buenos Aires al que pertenece la empresa. Tras largas y tensas horas, en las que el compañero Mario Secco, intendente de Ensenada, jugó un papel relevante en la mediación con la Fiscal del Poder Judicial que tomaba cartas en el asunto, el viernes 14 de setiembre, se llegó a un acuerdo y se labró un acta en la que los trabajadores levantaban la toma y el gobierno se comprometía a desbloquear los insumos para soldaduras y discutir el refinanciamiento de la empresa y las reivindicaciones salariales de los trabajadores.

La reunión pactada para el lunes 17 de setiembre fue suspendida unilateralmente por el gobierno provincial, lo que motivó la justa indignación obrera y la masiva y combativa marcha y ocupación del martes 18 de setiembre sobre el Ministerio de Economía en el centro de la Ciudad de La Plata, acompañada por diversas fuerzas del campo popular de la región. El miércoles 19 de setiembre se llegó a un nuevo preacuerdo y se levantó la toma del Ministerio.

Sin embargo, los trabajadores no bajan la guardia. Es que la respuesta “negociadora” del gobierno ahora contempla una reconversión de la empresa para volcar su actividad a la obra pública provincial y no a la construcción de buques. Es otra propuesta tramposa, porque de hecho el Astillero ya ha participado de obras públicas importantes como la construcción del techado del Estadio Ciudad de La Plata, turbinas para Yaciretá, rieles y vagones ferroviarios, Teatro Argentino, entre otras. Pero los grandes buques petroleros venezolanos se encuentran bloqueados en su terminación y se compran embarcaciones patrulleras a Israel y barcos de chatarra de guerra a Francia.

El del Astillero se ha convertido, una vez más, como lo fue en los años noventa, en un conflicto emblemático de la resistencia obrera y popular al neoliberalismo.

Es nacional, porque se debate la soberanía industrial y naviera, la producción de barcos tanto para la Armada y la Prefectura, como para nuestra necesaria Marina Mercante.

Es popular, porque sus trabajadores y el pueblo de la región lo reivindican como propio, con un orgullo de pertenencia y una dignidad en la lucha que siempre ha sido ejemplo para el movimiento obrero y popular.

Es democrático, porque sus miles de obreros, con tradición de décadas, debaten y resuelven su lucha integral en asambleas participativas y cuentan con la simpatía de un amplísimo espectro del campo popular.

Y es, en definitiva, antineoliberal y antimperialista, porque confronta de plano contra la ofensiva liquidadora del imperialismo sobre la soberanía Argentina y de la Patria Grande Latinoamericana.