EL PRESUPUESTO DEL FMI

No debe pasar

El descalabro producido en Brasil desde el golpe parlamentario que destituyó a Dilma Rousseff podría derivar en un escenario imprevisible, incluso fuera del control de sus propios impulsores, cuyo plan inicial era otro. El resultado obtenido en el primer turno por el candidato Jair Bolsonaro sólo es explicable por la proscripción y silenciamiento de Lula, y por la enorme crisis de representación política resultante del planificado Lava Jato (o utilización del eje “corrupción” como abono de la persecución y la antipolítica). El asunto es que se trata de Brasil, la quinta economía de mundo. En numerosas circunstancias, el descontento social provocado por la exclusión económica acabó siendo canalizado por el fascismo, la expresión más agresiva del imperialismo. Los acontecimientos se encuentran en pleno desarrollo, el compañero Fernando Haddad experimentó un notable crecimiento en cuestión días, por lo que la tendencia puede revertirse. No obstante, la foto parcial muestra la profundidad del daño que causa la política de los Estados Unidos en la actual coyuntura, donde está en juego inclusive la institucionalidad de la democracia burguesa. El desenlace en el gigante Brasil será determinante para la correlación de fuerzas en el mapa latinoamericano.

Existen puntos de contacto con la realidad de nuestro país, aunque tamizadas por nuestras peculiaridades económicas, políticas y sociales. Hay sin embargo un reflejo de espejo en la agudización de la crisis del neoliberalismo y en el intento por encarcelar al mayor liderazgo de nuestro pueblo, la compañera Cristina. El enemigo continúa explorando alternativas a un Macri cada día más débil, repudiado por una consolidada mayoría y encadenado a los designios del FMI. Los arranques de Carrió pueden leerse como un intento de retirada o el anticipo de una ofensiva mayor contra CFK, que incluye el hostigamiento a Máximo y Florencia Kirchner. Lo que no logran es ocultar el profundo drama social provocado por un ajuste descomunal sobre los ingresos de millones de compatriotas, el cierre de fábricas que caen como fichas de dominó, la insoportable carestía de la vida o la pobreza creciente. Las próximas semanas serán álgidas, ya que el gobierno intentará llevar a votación el proyecto de Presupuesto 2019. Como se detalla en la presente edición de NP, pretenden dar status de ley a un ajuste que oscila en los 500.000 millones de pesos. Salud, educación, ciencia y tecnología, jubilaciones y pensiones, caen estrepitosamente en su proporción del PBI. Es lo necesario para garantizar el pago de los compromisos de la deuda.

La última expoliación fue la decisión de “compensar” en 10.000 millones de pesos a las concesionarias de gas por los efectos de la devaluación. Siguen tirando de una piola que está a punto de cortarse. Será en 24 cuotas con interés, que promediarán los 90 pesos, afectando fundamentalmente a los sectores de menor consumo. Si no fuera en módicos pagos, el incremento duplicaría o triplicaría los montos de la factura, según el lenguaraz ministro de energía. Parecen haber perdido contacto con la realidad. Lo cierto es que la medida desató una ola de rechazos, incluso entre los propios. En la calle y en el Parlamento se librará una dura batalla para frenar las acciones de un gobierno desorientado, empujado a patadas por los monopolios, quienes buscan asegurarse una mayor tajada antes de que todo estalle por los aires. Para calmar al dólar, reemplazaron una burbuja por otra (las flamantes Leliq) con vencimientos semanales. Este deambular errático (si se tienen en cuenta los enormes costos políticos) contribuye a aglutinar a vastos sectores políticos, económicos y sociales de cara a las próximas elecciones presidenciales. Ya nadie (o muy pocos, con escasa representación) se anima a cuestionar el rol excluyente de la compañera Cristina en la construcción de una amplia confluencia de carácter antineoliberal. El enemigo responderá con virulencia, que tendremos que confrontar con conciencia, masividad, y organizadamente.