La Revolución Bolivariana logró desarticular un nuevo intento de golpe imperialista, que demostró el estado decadente de una oposición desmovilizada y dividida. La iniciativa sigue en manos del chavismo.

El 30 de abril pasado Venezuela amanecía con la noticia de que un grupo de militares traidores habían liberado al criminal (mal llamado “líder” opositor) Leopoldo López de su prisión domiciliaria. Acto seguido, el títere imperialista y autoproclamado “Presidente encargado”, Juan Guaidó, hizo un llamamiento público a las Fuerzas Armadas Bolivarianas y a los opositores para tumbar al Presidente Nicolás Maduro. Estados Unidos no tardó en apoyar la supuesta “rebelión militar” y comenzó a difundir la noticia falsa de que el presidente se había escapado en un avión ruso.

No habiendo pasado más de cinco horas, la realidad comenzaba a imponerse. Para las cinco de la tarde el intento de golpe ya había sido completamente desarticulado y las calles teñidas de rojo con manifestantes chavistas defendiendo su revolución. Los militares traidores resultaron ser apenas un puñado. La amplia mayoría de la tropa (que el imperialismo creía tener de su lado) no respondió al llamado de Guaidó y se mantuvo leal al gobierno constitucional. Las manifestaciones opositoras fueron dispersas y diminutas, que apenas se vieron algunos enfrentamientos alrededor de la Base Aérea de La Carlota. Fuentes opositoras hablaron de cuatro muertos y una decena de heridos leves durante toda la jornada. El golpe había fracasado y los principales cabecillas de la intentona quedaron detenidos o escondidos como ratas en diversas embajadas.

La victoria chavista fue de tal magnitud que los golpistas ni siquiera pudieron tomar la embajada venezolana en Washington, donde el autoproclamado “embajador” Carlos Vecchio (que estaba preparándose para tomar control de la sede) fue expulsado por todo el personal diplomático. Fue una derrota humillante para la oposición vende patria, pero sobre todo para el imperialismo estadounidense.

Por su parte, el Presidente Nicolás Maduro dio una conferencia de prensa rodeado del Estado Mayor de las FANB y llamó a una gran movilización de la clase obrera en defensa de la paz y la soberanía nacional para el próximo día, el día del trabajador. “Se impuso la conciencia al golpismo criminal. Acabamos de derrotar un nuevo complot de la derecha. Pretendieron imponerse a traición, pero quien quiera llegar a Miraflores tienen que ganar las elecciones. Creyeron que a su llamado iban a llegar 300 mil personas. No llegó nadie y debieron huir. Ahora están refugiados en embajadas. Cobardes, golpistas, criminales. El Pueblo y las Fuerzas Armadas Bolivarianas no permitirán un golpe de Estado”, manifestó el presidente en pleno centro de Caracas, frente a una marea roja de revolucionarios.

Estos acontecimientos demostraron una vez más el firme nivel de conciencia del pueblo venezolano, que sabe que su enemigo es el imperialismo. El pueblo comprende los esfuerzos del gobierno bolivariano para solucionar las carencias y problemáticas que surgen como consecuencia de la guerra económica. Hoy, con un tipo de cambio estabilizado, continúa el proceso de apertura de empresas que se encontraban paralizadas. Por ejemplo, una enorme planta procesadora de níquel en el municipio de Guaicaipuro, que generará divisas al país en el orden de los 10 millones de euros al año; o la recuperación de miles de hectáreas productivas entregadas a pequeños productores, que permitirán sustituir importaciones en el marco del programa CLAP. Si bien el riesgo de una intervención norteamericana sigue latente, la oposición golpista se encuentra en un estado decadente, desmovilizada y dividida; mientras que la iniciativa sigue en manos del chavismo.