El 16 de septiembre pasado, en un clima de normalidad absoluta, comenzó el año escolar en Venezuela. Ese mismo día, el gobierno de Nicolás Maduro comenzaba una ronda de conversaciones con diversos sectores de la oposición moderada (desencantados con el títere mercenario de Juan Guaidó) en busca de normalizar la situación política y aislar a los sectores proimperialistas y golpistas. Guaidó, considerado como “presidente encargado” por Estados Unidos y varios países satélites, quedó defenestrado públicamente cuando se evidenció que recibió apoyo logístico del grupo narcoparamilitar colombiano “Los Rastrojos” a la hora de cruzar la frontera colombo-venezolana. De forma desesperada, la oposición golpista intentó organizar una manifestación que resultó ser un rotundo fracaso. Guaidó, acorralado por los medios de comunicación, no pudo explicar las fotos y videos en los que aparece con los narcoparamilitares. Al día siguiente, un grupo importante de la oposición le dio la espalda al “autoproclamado” y comenzó a dialogar con el gobierno. “Informo a toda Venezuela que existe voluntad verdadera de sectores opositores y del Gobierno nacional en avanzar en propuestas concretas”, manifestó Maduro. Entre los primeros acuerdos se encuentra la reincorporación a la Asamblea Nacional (en desacato desde hace años) de los diputados del PSUV y del Gran Polo Patriótico y la conformación de ocho mesas de trabajo. Jorge Rodríguez, Ministro de Comunicación, informó que, en un plazo no mayor de 20 días, dichas mesas rendirán un informe para que “todo el país pueda opinar y conocer la evolución del trabajo”. Mientras el gobierno bolivariano continúa buscando soluciones soberanas a los problemas del país, Estados Unidos sigue insistiendo en intensificar el bloqueo mediante la amenaza a toda empresa extranjera que quiera comerciar con Venezuela. Así lo dejó en claro Donald Trump el pasado 24 de septiembre ante la ONU, en un discurso donde defendió un mundo unipolar, planteó que el “fantasma del comunismo” sigue vigente y reconoció como su principal rival internacional a la República Popular China. La Patria de Bolívar y Chávez es un eslabón más de ese mundo multipolar que el imperialismo quiere destruir. “Venezuela tiene un rumbo muy claro: la construcción de un nuevo mundo multipolar, multicéntrico, de respeto al derecho internacional ¡El trabajo continúa por Venezuela!”, exclamó con firmeza el presidente Nicolás Maduro.