Como una paradoja de la historia, durante la Semana de Mayo se reavivó en nuestro país una discusión que es crucial y que tiene que ver con nuestro origen y destino como nación. El impacto de la pandemia causada por el COVID-19 expuso en el mundo entero las dramáticas desigualdades sobre las que existe y se reproduce el sistema capitalista en su fase neoliberal. Frente a esto, los gobiernos han optado (según su signo político) por dos variantes: desprecio por la vida o preservación de esta, en particular de los más humildes, que es donde con más fuerza pega el virus. No hay intermedios: son sólo recursos para desestabilizar a quienes salvan vidas.

Las fuertes presiones en nuestro país para levantar la cuarentena tienen al menos dos objetivos. Los factores de poder pujan por recuperar sus ingresos extraordinarios, más aún cuando se les impide despedir trabajadores o se les van cerrando las diferentes ventanas de la timba financiera. Al mismo tiempo, con miles de muertos por COVID tendrían otras condiciones políticas para llevarse puesto al gobierno nacional. Ahora se “indignan” por el hacinamiento en las villas, o por el “hambre de los vulnerables”.

A dónde van los recursos del Estado es una parte insoslayable de esta disputa. Sólo durante el mes de abril, el gobierno destinó $525 mil millones para asistir la emergencia económica. Se trata fundamentalmente de transferencias a la población en riesgo y prestaciones a la seguridad social. Se anotaron también algunos CEO´s, yerro que el gobierno afortunadamente corrigió. En este mismo andarivel se ubica la renegociación de la deuda, que el ministro Martín Guzmán viene desarrollando con un criterio soberano y de defensa de las mayorías (ver págs. 4 y 5)

No se paga lo impagable (tampoco lo ilegal) y en cambio se asiste al pueblo. Esto demanda acciones más contundentes en términos redistributivos. El impuesto a las grandes fortunas es un paso muy importante, que debería tratarse sin más dilaciones. Según un reciente informe del Banco Central, entre 2015 y 2019 se fugaron 86.198 millones de dólares. Sólo 100 nombres (personas físicas y jurídicas) explican el 30 por ciento de esa fuga. En el top 10 están Techint, Clarín, Arcor, Pampa Energy y Aceitera General Deheza. Son los mismos que hoy baten el parche para que se abra todo y mueran como moscas miles de compatriotas.

Días atrás en Ecuador anunciaron un ajuste por 4.000 millones de dólares, uno de los países con mayor cantidad de fallecimientos por millón de habitantes. En Perú la gente muere en sus casas ante un sistema sanitario colapsado. Chile suma muertos y contagiados vertiginosamente, mientras reprime a quienes se caen del mapa sin ningún tipo de cobertura. Brasil ya es una tragedia, aun cuando el coronavirus recién comienza a expandirse por sus profundidades continentales. Pero a la vanguardia siempre van los yanquis, con 100.000 muertos y más de 1.500.000 contagiados. ¿Quiénes mueren? Los pobres en su abrumadora mayoría. A este infierno pretenden que volvamos.

Tres hitos se entrelazan en nuestra Semana de Mayo. 210 años de la Gesta revolucionaria, 17 años de la asunción de Néstor Kirchner y 10 de los festejos del Bicentenario bajo la presidencia de Cristina. Patria o Colonia en 1810, Liberación o Dependencia en las actuales circunstancias históricas. La lucha es la misma.