HISTÓRICA VICTORIA DEL PROFESOR CASTILLO EN PERÚ
“Un nuevo tiempo se ha iniciado”
El 15 de junio, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) culminó la contabilización del total de las actas electorales y, como se preveía, en Perú triunfó el maestro rural Pedro Castillo. La proeza es inmensa: le ganó la batalla a la clase política tradicional, a la élite empresarial y los medios hegemónicos, todos los poderes fácticos que cerraron filas con el fujimorismo impulsando una campaña sucia con “el peligro del comunismo”.
En el país con más muertes por COVID 19 por millón de habitantes, una economía devastada y hundido en una crisis institucional que dejaron 30 años de neoliberalismo, Pedro Castillo, casi de la nada, pudo interpretar el sentir del pueblo pobre peruano.
Perú Libre, la fuerza política que se alza con la mayoría de los votos, se reivindica marxista y mariateguista, con una importante base rural que representa a una parte muy grande del pueblo olvidado que padece una pobreza estructural. Castillo es un dirigente sindical que condujo una huelga docente, en 2017, por 70 días, además de un líder de las rondas campesinas, una formación tradicional de los Andes de autodefensa ante el abandono del Estado. Su propuesta de gobierno incluye la convocatoria a una Asamblea Constituyente para reemplazar la Carta Magna fujimorista de 1993 -el armazón que encorsetó la democracia peruana-, una segunda reforma agraria, nacionalizar los recursos estratégicos y aumentar los presupuestos de educación y salud del 3 al 10 por ciento del PBI.
La derecha, por su parte, juega a varios escenarios de desestabilización. Keiko Fujimori inmediatamente inició una campaña de denuncias, fake news y aprietes a la Justicia Electoral para que anule una cantidad de actas de las localidades en donde Perú Libre superó el 80% de los votos, por “irregularidades durante los comicios” y “un fraude en la mesa”. Su primer objetivo es que el Justicia Nacional Electoral falle a su favor y se cambie el resultado anulando votos de su rival -algo que diversos expertos dicen no tendría justificación legal-. Con esta maniobra dilatan lo más posible una decisión final, y así se busca deslegitimar la victoria y al futuro gobierno, debilitarlo, dividir más al país y crear un escenario de mayor crisis para obligarlo a pactar. A Keiko Fujimori no le da lo mismo cualquier resultado: la justicia la espera para un procesamiento por el cual puede terminar con 30 años de cárcel.
Mientras tanto, el maestro rural mantiene la calma, y se mueve como presidente electo, se reúne con excandidatos presidenciales, sindicatos, organizaciones sociales y recibe felicitaciones de mandatarios de otros países. En un breve encuentro con la prensa extranjera, Castillo señaló este martes que esperará “con paciencia” la proclamación del resultado oficial y criticó a quienes quieren “tumbarse la elección”. “Somos respetuosos de la voluntad popular y por nuestra parte no van a encontrar ninguna agresión, pero tampoco vamos a permitir que se siga discriminando al pueblo oprimido por más años.” Las organizaciones campesinas e indígenas rechazaron el intento fujimorista de anular sus votos y señalaron que se declaraban en estado de alerta. Se vienen movilizando y concentrándo en la Justicia Electoral.
Se inicia un nuevo tiempo. Con Castillo, que todavía no ha sido formalmente proclamado presidente electo a la espera de la decisión de la Justicia, con los grupos de poder buscando desestabilizar desde el primer día, se abre paso una alternativa para cambiar el rumbo de la historia de Perú que, como señalaba Mariátegui, no será “ni calco ni copia sino creación heroica”.