ES TRUMP O NUESTRA SOBERANÍA

Contra quiénes luchamos

Más allá de que el resultado no era el esperado, es necesario mensurar el alcance real de lo sucedido el 26 de octubre, para no pasar de la euforia a la desazón en cuestión de días. Ni tanto, ni tan poco. El gobierno instaló un escenario de victoria política (y actúa en función de ello) que no tiene correlato en el plano institucional, en particular en la composición parlamentaria. Se producen reacomodamientos en el bloque de la derecha (pases e incorporaciones a LLA en desmedro del PRO y la UCR) no obstante Fuerza Patria logró sostener una numerosa bancada en ambas cámaras, por lo tanto no ha habido un cambio significativo en la correlación de fuerzas en el terreno legislativo, que es en definitiva lo que se jugaba en esta elección. Ciertamente contarán con el auxilio de varios gobernadores (ya le dieron la foto que pedía Bessent) pero tampoco es algo novedoso respecto a lo sucedido desde 2023 hasta acá. Los libertarios se impusieron por 5 puntos en el orden nacional y por centésimas en la provincia de Buenos Aires (una diferencia de 29.000 votos), donde Fuerza Patria prácticamente igualó la cantidad de votos alcanzados el 7 de septiembre, con el mayor porcentaje obtenido desde 2009 a la fecha en una contienda de medio término. Sí creció la participación entre septiembre y octubre, con una evidente prevalencia en ese crecimiento del voto gorila.

El elemento insoslayable es que, como pocas veces, la confrontación electoral se planteó directamente con el imperialismo norteamericano a partir de una intervención sin precedentes de Trump y del Tesoro de los Estados Unidos. Luego de la derrota del 7S en la provincia de Buenos Aires, los yanquis asumieron sin intermediaciones la conducción de la campaña, le colocaron un respirador artificial a Milei y avisaron que, si ellos se corrían, sobrevendría el caos. El factor miedo fue determinante, porque las crisis las pagan las mayorías: asalariados, jubilados, desocupados, pymes, etc. El gobierno ganó tiempo, nada más.

Existe una cierta tendencia a subestimar el rol del enemigo principal, o mejor dicho, a equipararlo con los factores de poder local. Milei es un cuatro de copas, y los Macri, los Rocca o los Magnetto son instrumentos de una oligarquía financiera transnacional con asiento fundamentalmente en los Estados Unidos. Cristina no está presa por obra de la Corte Suprema, sino por decisión del imperialismo. El poder real es la Embajada. Es necesario insistir y esclarecer respecto a esto para ubicar lo que está en juego hoy en la Argentina. Las consignas juegan un papel en el marco de la propaganda y la agitación política, pero no resuelven por sí mismas las tareas destinadas a construir conciencia y organización.

Milei comenzó a abortar diversos acuerdos preexistentes con la República Popular China, respondiendo a la principal exigencia de los yanquis. Veremos a quién le venden los granos los sojeros argentinos, cuando los chinos actúen en consecuencia. El mismísimo Trump recogió piola y propuso a Xi Jinping levantar las medidas arancelarias, entre otras cosas por la presión de los “farmers”. Los Estados Unidos actúan defensivamente, en particular en América Latina, donde siguen prevaleciendo mayoritariamente los gobiernos de izquierda y antiimperialistas. La amenaza de una intervención militar en Venezuela Bolivariana, las agresiones contra Colombia y su presidente, la matanza en Río de Janeiro apelando al pretexto del “narcoterrorismo” (mientras Lula se reunía con Trump) son reacciones frente al declive de la hegemonía unipolar del imperialismo. Tuvieron que suspender la Cumbre de las Américas en República Dominicana por falta de quórum. Hace 20 años, en Mar de Plata, se le daba un golpe colosal a los yanquis con Néstor Kirchner al frente. “Nuestro D’Artagnan”, lo llamó el comandante Chavez. “Una batalla épica”, fue la caracterización del compañero Fidel. Allí se consolidó un proceso que, más allá de los lógicos vaivenes, no se detuvo.

La “calma” postelectoral es ficticia, se va a disipar, porque persisten intactas las causas políticas, económicas y financieras que llevaron a Milei a rogar un salvataje de los yanquis. Las reformas “de segunda generación” que promueve el gobierno van a derivar en una creciente conflictividad social. Los principales ganadores del resultado electoral fueron los timberos y tenedores de bonos (socios de Bessent). Los laburantes siguen en un pozo. Cómo construir, acumular y canalizar ese descontento es lo que tenemos planteado, con el objetivo de constituir una alternativa política y programática, de carácter frentista, donde confluyan todos los sectores afectados por el neoliberalismo. Los roles de Cristina (como principal cuadro político de nuestro país) y del compañero Axel Kicillof, claro emergente de cara al 2027, son definitivamente necesarios e insustituibles. Los yanquis van contra el movimiento nacional y popular, deberemos ante eso anteponer los intereses de la Patria y la Nación, y estar a la altura de las exigencias actuales.