¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE RAÚL!

Un comunista de verdad

Ya de pibe, en las escuelas rurales del Departamento de Silípica en la provincia de Santiago del Estero, Raúl se vio encandilado por las gestas libertadoras encabezadas por San Martín, Moreno y Belgrano. Ideas revolucionarias que hasta su último día de vida supo encarnar en su militancia comunista, en cada ámbito en el que actuó.

El 4 de julio de 1927 nació en el Hospital Mixto de la capital santiagueña, ciudad donde vivió hasta los 7 años antes que su madre decidiera mudarse al campo. Allí convivió con sus abuelos y continuó la escuela aunque sin terminarla. La falta de trabajo hizo que la familia se desplazara a la Ciudad de Buenos Aires como parte de los fenómenos migratorios de la época.

En la Ciudad tomó contacto con la política y las causas justas en defensa de la democracia hasta que en 1945 se afilió a la Federación Juvenil Comunista. Por esos años constituyó la Asociación Festiva del Once, ámbito destinado a conglomerar a vecinos y obreros del barrio.

El movimiento obrero fue su lugar natural de lucha. Desde joven empezó a trabajar haciendo mandados para una casa de modelos de sombreros. Como quería aprender un oficio, se postuló en una sastrería como cadete para empezar a tomar conocimiento de la rama. Sus discusiones con los patrones hicieron que no durara mucho tiempo. Más tarde ingresó como aprendiz en una fábrica de billeteras hasta que le tocó ingresar a la Marina en el marco de la colimba. Para entonces ya era Secretario de la Juventud Comunista de Once.

Dos años después retomó el trabajo con otros pequeños pasos en la construcción y en una electromecánica, empresas de las que fue despedido por su condición ideológica manifiesta durante algunas protestas y la organización que promovía. Para entonces la tortura y las detenciones en la cárcel de Devoto se volvieron comunes. Pese a los antecedentes, logró ingresar como maquinista a la fábrica de Alpargatas donde funcionaba una célula de Partido. Allí experimentó la lucha conjunta con peronistas, destacándose una gran movilización por el barrio de Barracas por aumentos salariales. Cárcel y despido volvió a ser el factor común.

El golpe militar de 1955 lo agarró desempeñando labores en el taller metalúrgico Lombardi Hermanos y ya afiliado al Partido Comunista. Junto a los obreros lograron sostener un paro por tres días con más de 300 trabajadores movilizados y que terminó con Raúl amenazado de muerte a punta de arma. Para él, “el ejemplo del militante vale mucho” y depositaba en esta premisa la clave para la organización obrera.

En la empresa gráfica Fabril Financiera aprendió el oficio y en 1967 ingresó al gremio gráfico. Participó de los debates de los que surgiera la CGT de los Argentinos y se aferró a la política del sindicalismo de liberación que promovían Agustín Tosco y Raimundo Ongaro.

Estudió en la URSS en los años 70 junto a otros camaradas y de regreso en nuestro país luchó contra la intervención del sindicato gráfico durante la dictadura militar.

No estuvo exento de los debates partidarios frente a las intentonas liquidacionistas cuando era Secretario de la seccional San Telmo. Allí conoció a Jorge Pereyra, con quien estrechó una relación militante acompañándolo junto a otros veteranos en la fundación de nuestro PCCE.

Reconocía en el Partido su capacidad organizativa y su fortaleza ideológica, elementos que pudo poner en valor tanto en la Federación Gráfica Bonaerense como en la Asociación Vecinal Parque Lezama donde desarrolló actividades sindicales y territoriales respectivamente hasta la fecha.

Participó de la fundación de Radio Gráfica en 2005 donde condujo primero A toda vela y Dicho y Hecho después, audición en la que pudo sintetizar la línea del Partido y ofrecer una salida para lograr una Patria liberada.

Memorables serán sus intervenciones en cada plenario como su contundencia para vender el periódico del Partido. Enamorado de su familia, apasionado del tango, del folclore e hincha de Vélez. Testarudo, persistente, consecuente y compañero. Todo eso constituyó a Raúl Romano en una persona entrañable y en un militante comunista que hasta sus últimos días no descansó.

Como dice el poema del compañero Lucas Yañez leído en su despedida: “Seguro que me lo cruzo en la calle / Paso lento, pero firme. / Un poco bamboleante, / como viejo barco amarrado al Riachuelo. / El bolsito cruzado, en bandolera, / con su agenda, / un par de biromes y varios / periódicos del Partido”. El camarada Pablo Pereyra, secretario del PCCE, recordó que “Raúl fue de la camada de las cabezas blancas que sostuvo las banderas cuando la caída de la Unión Soviética imponía el discurso del fin de la historia, cuando sostener la esperanza era casi una obligación. Hoy, con un proyecto nacional y popular alternativo al neoliberal, como el que inició Néstor y continuó Cristina, es más simple sostener esa esperanza. Pero cuando lo hizo la generación de compañerxs históricos como Raul no lo era”.

¡Hasta la victoria, siempre!