LA DISCUSIÓN PROGRAMÁTICA
La generación del Cordobazo y las Malvinas
Un puñado de grandes fondos de inversión controlan a escala global algunos cientos de empresas en cuyas manos está el 50%, el 60% y en algunos casos un porcentaje aún mayor de la producción planetaria en las ramas fundamentales.
Estados Unidos, su gendarme mundial, se abroquela para resistir el avance imparable de los BRICS encabezados por China.
La Unión Europea se subordina a sus intereses (voladura de gasoductos mediante) y se adentra en una borrachera guerrerista que la lleva a la autodestrucción, inmolándose en defensa de los intereses del 1% de los super ricos del planeta.
En nuestra patria, más del 60% de la producción está en manos de capitales internacionales. Sus intereses colectivos están atados a los de esos grupos trasnacionales.
Las empresas privadas fundamentales, que nacieron y se desarrollaron gracias a la política industrialista y de defensa del mercado interno del primer peronismo, se han ido trasnacionalizando y extranjerizando en un proceso ininterrumpido, como no podía ser de otra forma. Esas empresas no tienen patria. Y si la tienen, no es la Argentina.
Sus propietarios, los Elsztain, los Rocca, los Eurnekian, los Galperín, toda la AEA y sus predecesores del Consejo Empresario Argentino que presidiera Martinez de Hoz han mantenido sus prerrogativas con todos y cada uno de los gobiernos del último siglo, a costa del bienestar del pueblo y de un desarrollo independiente. Cada vez que han tenido que resignar algo en beneficio del pueblo ha sido cuando la presión de la lucha logró quebrar su poder.
Representados por el gobierno de Milei, Sturzenegger, Caputo y Bullrich, presionan a estos para ir levantando la mesa de la bicicleta financiera, para lo cual negocian con el FMI, prestamista de última instancia para garantizar la fuga de los dólares que se multiplicaron irracionalmente con el “programa” del falso especialista en crecimiento.
Ahora, una vez más, a medida que se aproxima la crisis en ciernes, desempolvan sus hipócritas disfraces de empresas “nacionales”, luego de compartir los beneficios de la bicicleta financiera de los últimos años.
Enfrente, el 90% de la población atada al mercado interno, que poco a poco se pone en movimiento. Son cada vez más las voces que se levantan y se suman por oleadas, nuevos grupos de afectados por la entrega lisa y llana de nuestra soberanía y nuestras riquezas a manos de este grupo de verdaderos apátridas y traidores que atan a la Argentina al carro en fuga del imperialismo global:
● Las marchas de los jubilados, expresión de la que se conociera como la generación del Cordobazo y las Malvinas a la cual pertenecen también Néstor, Cristina y algunos de sus más estrechos colaboradores, se han convertido en punto de concentración para otras reivindicaciones.
● Incipientes sectores del movimiento obrero y estudiantil con memoria y algún grado de conciencia de clase, acompañados por artistas, intelectuales, científicos y todo tipo de personal de entes públicos que van desde el INCAA y el ANSES hasta los guardaparques, pasando por la salud y la educación.
● La enorme y multitudinaria movilización en todo el país para recordar otro aniversario de la aciaga dictadura cívico-militar de 1976 es una nueva advertencia para ellos de que no pasarán así nomás en nuestra patria. El pueblo es paciente y precavido, pero no mastica vidrio.
Empiezan a tomar forma distintas propuestas programáticas, que van desde livianos lavados de cara para seguir con más de lo mismo, hasta verdaderas propuestas de cambio que vuelvan a poner en manos de un Estado fuerte el control de las riquezas nacionales, los puertos, los bancos y la producción.
Lo que todavía no está claro es quién es el sujeto de esos programas que pretenden ir a fondo, y cómo piensan subordinar a esos poderosísimos actores que están en la vereda de enfrente.
¿Quién tomará a su cargo la representación de ese programa para alcanzar el gobierno?
¿Qué tipo de Estado se propondrá construir?
¿Con qué fuerza contaría ese Estado para garantizar la aplicación de un programa que verdaderamente subordine a la AEA, a los banqueros y a la oligarquía sojera?
¿Quién y cómo terminará con el contrabando de cereales, con el contrabando en el Paraná por el que casi no estamos seguros de qué transita, con las cuevas financieras de los bancos, con las valijas con divisas en efectivo que transitan nuestras fronteras?
¿Quién terminará con el trabajo en negro, que debería incluir a los trabajadores registrados que cobran una parte de su sueldo en negro?
¿Cómo vamos a convencer a los sectores de capas medias vinculados al mercado mundial para que liquiden sus dólares a un tipo de cambio adecuado, que refleje su beneficio sin arruinar al resto del país?
Si, como quieren algunos dirigentes del campo, efectivamente colocamos balanzas en cada puerto para que se acabe la mentira del contrabando de cereales, ¿quién garantizará que sobrevivan más de una noche?
Volvemos a la proclama del 1º de Mayo de la CGT de los Argentinos:
“Es el Fondo Monetario Internacional el que fija el presupuesto del país y decide si nuestra moneda se cotiza o no en los mercados internacionales. (…) El proceso de concentración monopolista desatado por el gobierno no perdonará un solo renglón de la actividad nacional. (…)
La lucha contra el poder de los monopolios y contra toda forma de penetración extranjera es misión natural de la clase obrera, que ella no puede declinar. (…)
Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar en el punto donde otros las dejaron, viejas banderas de la lucha.”
Un nuevo programa debe contemplar modificaciones de fondo a los regímenes de propiedad de los medios de producción, al menos como los que contenía la derrocada Constitución de 1949. Sino solo servirá para “mudar de tiranos sin destruir la tiranía” y no habrá justicia.