LA RAZÓN DE SER DE LOS COMUNISTAS
Por qué luchamos
Hace un par de años a algunos jóvenes militantes del Partido les preguntaron en qué pensaban cuando decían “Partido”. Los jóvenes, recordando su propia experiencia y la de parientes o conocidos comunistas de generaciones anteriores, abundaron en cosas tales como la abnegación, la disposición a jugarse la vida, el heroísmo, la constancia, la honestidad, la convicción, en que ser comunista es una elección de forma de vida, la solidaridad y la lucha.
Sin embargo, la historia y el mundo han visto a millones y millones de seres humanos que cumplen con creces con esas cualidades: cristianos, judíos, musulmanes, ateos, peronistas, miembros de ONGs, militantes de iglesias y cultos, médicos, abogados, ingenieros, laburantes, cartoneros. Con las más variadas motivaciones y en los lugares más remotos, muchísimos han dado la vida incluso por defender sus convicciones y a sus congéneres.
¿Por qué, entonces, ser comunista y no cualquiera de las otras cosas posibles? Es una pregunta sobre la razón de ser del Partido Comunista, hoy PCCE.
El Partido se concibe a sí mismo como la herramienta de la clase trabajadora para terminar con la explotación capitalista. Fundamenta esa concepción en la teoría del materialismo dialéctico, el marxismo, y basa su organización en las premisas del leninismo, que con el partido bolchevique dio cima por primera vez a la tarea fundamental de la clase: la conquista del poder político. Luego lo seguirían otros, siendo hoy el más destacado, por obvias razones, el Partido Comunista de China.
Nuestro Partido es un partido para la acción y su objetivo es la conquista del poder por la clase trabajadora. El partido materializa la unión de las ideas del socialismo científico con la acción de las masas populares.
En la Argentina, un país férreamente atado al carro imperialista por miles de lazos invisibles -económicos, políticos y de todo tipo-, esa lucha implica además la lucha por la Liberación Nacional, la independencia de los centros de poder del capital financiero transnacional y su gendarme mayor, el imperialismo yanqui.
Por eso nuestro objetivo es la construcción de un amplísimo Frente de Liberación Nacional y Social, donde estén todas las fuerzas que se conciben revolucionarias o populares, en unidad fraterna y debate constante sobre cuáles son los mejores caminos para la consecución de sus objetivos, que son fundacionales y no solo electorales. Las elecciones pueden ayudar a avanzar hacia objetivo final, pero siguen siendo elecciones en el seno de una democracia viciada cooptada hoy en buena parte de sus tres poderes por la parte más inescrupulosa de ese capital financiero trasnacional en su lucha a muerte por sobrevivir la creciente potencia del bloque de los BRICS, con China a la cabeza.
En aras de retrasar todo lo posible su segura derrota, y habiendo ya asegurado en mayor o menor medida un colchón intermedio convirtiendo a Europa en colonia dependiente, el imperialismo busca aferrarse con uñas y dientes a su retaguardia, a lo que considera su patio trasero: el continente latinoamericano.
Eso para nuestra patria significa más penurias y más riesgo de desaparición si Milei y su banda de cipayos continúan sin freno en la aplicación de sus planes.
La Argentina no es una presa que puedan dejar escapar, más teniendo en cuenta que estuvimos a semanas de pasar a integrar como miembros plenos los BRICS.
Ya controlan más de la mitad de nuestra producción a través de sus multinacionales, ya avanzaron en el norte, con fuerzas militares yanquis tomando injerencia directa en el río Paraná, se proponen tomar control de la conexión interoceánica al sur de la patria en Ushuaia, ahora se dice que se van a retirar del Pacto Antártico, con lo que seguramente buscarán tomar control del continente blanco para explotar todo lo que se pueda explotar. Ya avanzan con su objetivo de explotación minera en aguas internacionales fuera de su jurisdicción y así de seguido.
Quien crea que en estas elecciones legislativas solo se dirimen pequeñas escaramuzas entre Milei y Macri o que se confrontan egos personales de Axel o Cristina, deberían mirar más de lejos (para ver el panorama completo).
El desafío, para los comunistas, es iluminar y mostrar los hilos que unen los problemas cotidianos (la falta de empleo, la insuficiencia de los salarios cuando hay empleo, las dificultades para acceder a los servicios básicos y de seguridad, educación y salud) con esos problemas de fondo. Participar en cada lucha por mejorar nuestra propia vida, que es la lucha de todos, pero al mismo tiempo teniendo presente siempre la ligazón intrínseca entre esos problemas y la supervivencia de un sistema en el que esas carencias no son fallas sino parte de su esencia. Que el camino a la solución definitiva de los problemas básicos de cada generación de laburantes pasa por sacudirse el yugo imperialista y junto con él, el yugo de la explotación capitalista. Ese es el bagaje que los comunistas aportamos a la unidad más amplia del campo nacional y popular, sabiendo que solo cuando sea patrimonio de una mayoría de los trabajadores podrá llevarse a la práctica.
Hoy, como dice la compañera Cristina, necesitamos revisar muchos aspectos del funcionamiento de las representaciones en nuestra patria, para lo cual, como también hemos dicho anteriormente, es fundamental una reforma constitucional que nos devuelva, como mínimo, a la de 1949.
Pero para producir y sostener esos cambios será necesaria una enorme fuerza popular organizada y movilizada por “abajo”, en cada barrio, en cada empresa, en cada fábrica, en cada colegio, en cada territorio. Para defenderla activamente cuando nuevamente quienes hoy gobiernan y sus verdaderos mandantes vengan a intentar ponernos de rodillas.