NUEVO MOMENTO
El pulso social, a pesar del cerco
Desde diciembre hasta hoy, cambiaron las preocupaciones de nuestro pueblo. Los aumentos brutales de precios en los productos de primera necesidad y de los servicios públicos; los despidos y la tensión de formar parte de los desocupados, son las principales.
El 66,7 por ciento de los argentinos siente que la situación económica es negativa. No sólo lo dicen las encuestas: las charlas en los lugares de trabajo, entre vecinos, en la cola de los bancos y el supermercado. La imagen positiva de Macri desciende y la negativa, aumenta.
El desplazamiento de las prioridades y angustias de nuestro pueblo son notorias. No sólo lo reflejan los guarismos de distintas encuestadoras. Las conversaciones entre compañeros de trabajo en las empresas y fábricas; las charlas entre vecinos que se cruzan en el barrio; el intercambio entre los compatriotas que cada vez más, hayan votado a quien hayan votado, perciben y/o vivencian -según sea su situación particular- como preocupante a la realidad económica. Según encuestas recientes (CEOP e Ibarómetro) y en términos de porcentajes, se trata de un 66,7 compuesto por un 41,5 que expresa su descontento calificándola de “mala” y un 25,2 de “muy mala”. En diciembre este malestar constituía el 53,10 por ciento. Observando desde otro lugar, las opiniones positivas descendieron del 35 al 26,7 por ciento en el mismo período.
Entre las cuestiones principales, la de la desocupación. Uno de cada tres trabajadores está más que preocupado ante la posibilidad de perder su empleo. Este temor se viene profundizando a partir de la verificación de que los despidos no son exclusividad del sector público; es más, los superan. En porcentajes, la preocupación por el desempleo se triplicó de un 9 a un 28 por ciento desde diciembre. Esta perspectiva atenta contra la pelea por las paritarias y las condiciones de trabajo, parte -no sólo- de la lucha de la que nos venimos ocupando los trabajadores. Golpea, sí, pero empuja a la resistencia y organización nuevamente en nuestro país.
Los brutales aumentos en los precios de la canasta básica y demás artículos, y en las tarifas de los servicios públicos corrieron del centro de la escena el problema de la inseguridad: la duplicaron en protagonismo. El 85 por ciento de los encuestados no acuerda con las medidas que se toman para combatir la inflación, y 7 de cada 10 argentinos cuestionan las políticas para disminuir la pobreza, Caballo de Troya de la campaña electoral del macrismo. Una vez ganada la elección, decenas de miles de despedidos y el recorte y eliminación de las políticas públicas, revelan la mentira y el usufructo del slogan de pobreza cero durante la campaña.
La temática de la corrupción, poderoso boomeran, también perdió un tanto de terreno, aunque desde el conjunto de los sectores de la derecha, y por izquierda también, continúen acicateando para intentar desprestigiar a Cristina. En definitiva a los más de 12 años del proyecto político que la compañera conduce.
La expectativa de que la economía va a mejorar, “hay que aguantar un poco para después estar mejor”, también sufrió modificaciones. Y lo que tampoco se quedó estanco es el argumento de la pesada herencia; a vastos sectores ya no los convence que el desguace estatal, el endeudamiento y otros desastres económicos, sean necesaria consecuencia de la política del kirchnerismo; se percibe la responsabilidad del macrismo, ejecutor de otra política concienzudamente contraria.
La imagen positiva de Macri descendió de un 58 al 50 por ciento; la negativa se incrementó de un 36 a un 47 por ciento. También se invirtieron los posicionamientos entres quienes se sentían del lado del gobierno neoliberal y los de la vereda de enfrente.
Los números y las estadísticas son necesarios para configurar una situación. Lo que se siente en la calle, lo que cada trabajador y cada familia vivencia, es lo que cuenta para transformar el malhumor social en resistencia organizada.