UN SÍMBOLO DE LA UNIDAD OBRERO-ESTUDIANTIL

Santiago Pampillón

Por Rodolfo G. Módena

Corría el año 1966 y otro de los tantos Golpes de Estado “con olor a petróleo” se perpetraba contra el pueblo, la democracia y la soberanía nacional argentina. El 28 de junio de ese año era derrocado el Presidente Arturo Umberto Illia, y el General Juan Carlos Onganía usurpaba el gobierno para imponer -a palos y plomo- los planes del imperialismo norteamericano en nuestra Patria.

El Partido Comunista caracterizaría al gobierno de Onganía como la “Dictadura de los Monopolios” y pronto sería proscripto con la nefasta como famosa Ley 17.401 de represión al comunismo.

El 29 de julio se había llevado a cabo la brutal intervención fascista de las universidades nacionales en lo que se conoció como “La Noche de los Bastones Largos” y las luchas de resistencia del estudiantado no se harían esperar. La Federación Universitaria de Córdoba (FUC), de la que los universitarios comunistas nucleados en el Movimiento de Orientación Reformista (MOR) jugaban un papel destacado en su conducción, convocó inmediatamente a una huelga general del movimiento estudiantil.

El 7 de setiembre una masiva asamblea de estudiantes reunida para debatir la continuidad de la lucha fue violentamente reprimida por la policía y el estudiante y obrero mendocino de origen radical Santiago Pampillón recibe tres balazos en la cabeza, falleciendo cinco días después, el 12 de setiembre de 1966.

Santiago Pampillón era estudiante de Ingeniería Aeronáutica de la UNC y obrero mecánico en la fábrica automotriz IKA-Renault. Su muerte desencadenó la profundización de la lucha y la solidaridad del movimiento obrero, en un proceso ascendente de unidad obrero-estudiantil que desembocaría en el Cordobazo del 29 de mayo de 1969 y el principio del fin del onganiato.

En el 4º aniversario de la muerte de Santiago Pampillón, en un acto de homenaje realizado por el Centro de Estudiantes de Ciencias Médicas de Rosario, el 12 de setiembre de 1970, Agustín Tosco decía: “Porque Pampillón era la síntesis de lo que es el militante revolucionario: el hombre que trabaja y estudia, y que quiere construir en su país -y en sí mismo está logrando- esa unidad que tanto pregonamos, que es la unidad del movimiento obrero y del estudiantado.”

En ese mismo acto Tosco diría que aquella política represiva y proimperialista de la dictadura “quedó completamente desnudada por el alevoso asesinato cometido contra Santiago Pampillón, quedó quemada ante la lucha del estudiantado y del movimiento obrero que en las calles demostraban su repudio a la política universitaria, a la política económica que tenía como exponente al embajador plenipotenciario ante los EE.UU. de Norteamérica, el Ingeniero Álvaro Alsogaray”.

A la vez que saludaba al estudiantado y al pueblo rosarino proclamando: “Venimos también a traer nuestro reconocimiento de hermanos argentinos a todos los que luchan en el país y particularmente en Rosario, por las grandes consignas que levanta el movimiento popular, todos los sectores populares, que son la conquista por parte del pueblo de la Justicia Social y de la Liberación Nacional”.