BRASIL
Lula lidera
El compañero Luiz Inácio Lula da Silva inició en diciembre la tercera caravana Lula por Brasil, que recorrió la región sudeste del país, principalmente el Estado de Rio de Janeiro, con vistas a las próximas elecciones presidenciales de 2018. “El gobierno de Temer, sin ninguna legitimidad, está destruyendo todo lo que hemos conquistado en los últimos años. Estoy acá para mostrar que todavía es posible que este país vuelva a crecer, a recuperar la autoestima, volver a alegrarse, que es posible generar empleos con todos los beneficios que conseguimos y llevar a la juventud de las periferias a las universidades”. Con estas palabras, el compañero Lula daba comienzo a la caravana, garantizando que va a ser candidato a presidente pese a los intentos del partido judicial de proscribirlo. Si los poderes fácticos impiden que Lula participe en las elecciones estarían cometiendo una grave violación contra la democracia y la soberanía popular.
El Poder Judicial brasileño anunció que, el 24 de enero próximo, responderá a la apelación sobre la condena que dictó el servil juez, Sergio Moro, contra Lula, que lo sentenció a nueve años y medio de prisión y diecinueve años de inhabilitación para ejercer cargos públicos. Un disparate judicial basado en la nada misma. “Quiero luchar para probar mi inocencia. Ellos que presenten una única prueba en mi contra. No tienen nada” remarcó Lula, a la vez que planteó que lo que el poder real quiere es evitar que el PT vuelva al poder.
Lula continúa liderando en todas las encuestas y, a medida que pasan los días, la diferencia sobre el segundo crece aún más. Las dos encuestadoras más importantes del país le dan una intención de voto cercana al 40%, otras incluso le dan un porcentaje superior, mientras que en segundo lugar se encuentra el diputado ultraderechista, neoliberal y pro dictadura, Jair Bolsonaro, del Partido Social Cristiano, con porcentajes que no superan el 18%. Este panorama, de seguir así, permitiría a Lula ganar en primera vuelta sin necesidad de ir a balotaje. Tanto en Brasil como en Argentina, los pueblos están siendo testigos de las consecuencias del neoliberalismo y están tomando conciencia del engaño al que fueron sometidos a través de los grandes medios de “comunicación”.