CRISIS ECOMÓMICA Y SOCIAL
Detrás del humo
La formidable transferencia de recursos desde la población hacia una minúscula porción del empresariado afín a la Rosada, socios tácitos del Presidente de la Nación, sigue creciendo sin solución de continuidad.
A la licuación del ingreso ciudadano vía devaluación, se suma el robo descarado del aumento de tarifas, cuyos costos de producción son el secreto mejor guardado del gobierno, y se convierten en impagables ya por amplios sectores de clase media y media baja que se ve obligada a optar entre alimentarse o pagar servicios.
Desde los mentideros mediáticos, se nos hace saber que en el próximo año posiblemente nuestro país se convierta en exportador de gas y petróleo. ¿Buena noticia? ¿Brote verde? ¿Mejora de la producción de hidrocarburos? ¿O, por el contrario, es favorecer los negocios de las grandes multinacionales del sector que consiguen saldos exportables vía retracción del consumo doméstico?
La sistemática destrucción del aparato productivo nacional y la reconversión de muchos industriales PYME a importadores de productos de consumo reduce la oferta laboral, achica el mercado interno, primariza la oferta exportable, minimiza la demanda agregada energética por menor utilización de la capacidad instalada fabril y se empieza a hacer visible con los datos del INDEC sobre la caída de la actividad económica. La dolarización de hecho de la economía nacional ya no es noticia, es una realidad que responde a la necesidad de “latinoamericanizar” los ingresos populares que durante 12 años fueron creciendo hasta ubicarse entre los más importantes de la región.
La estrategia de “si no hay pan, que haya circo”, revelada por algún funcionario gubernamental y puesta en boca de cierto comunicador procesado por espiar a las autoridades del anterior gobierno vía mail, va perdiendo eficacia porque el circo es de baja estofa y el pan se convirtió en un objeto de lujo así como la leche o la carne.
Mientras tanto, la cifra de muertos por las bajas temperaturas va alcanzando guarismos que antes sólo conocíamos en la Vieja Europa y nos escandalizaban. Florecen los comedores comunitarios, los colchones en las calles, la marginación y el hambre. Explotan establecimientos educativos por falta de infraestructura. Se incendian inexplicablemente edificios de entidades financieras y organismos estatales que guardan información sobre irregularidades gubernamentales.
Todos los indicadores de la crisis que atraviesa nuestro país son resultado de decisiones económicas que lejos de revelar errores de diagnóstico son parte constitutiva del sistema ideológico del neoliberalismo, pero que en el caso argentino cobraron vertiginosa velocidad ante la certeza de que el espejo en que se reflejan demuestra que otro país es posible si se tiene en el norte de la praxis a los menos favorecidos para empoderarlos de derechos. El rápido retroceso hacia políticas pro colonialistas nos lleva a la necesidad de actualizar el pensamiento de Moreno, Belgrano o San Martín respecto del imperio de la Independencia como única forma de garantizar la felicidad de la Patria y sus habitantes.
En este mundo del revés en que han convertido a la Argentina, la realidad se tapa con “noticias” y lo único que pareciera mantener a flote a este gobierno es su capacidad de armar operaciones que milagrosamente nunca lo toca.