El 25 de marzo pasado, el Estado fascista de Israel bombardeó nuevamente unos 100 objetivos en la Franja de Gaza causando estragos entre la población civil palestina y su ya castigada infraestructura urbana. La excusa fue el supuesto lanzamiento de un “misil” casero fabricado por Hamas que habría impactado en una vivienda de Tel Aviv, la capital sionista, en donde no se registró ningún fallecido. Por el contrario, la cantidad de muertos y heridos palestinos es todavía incalculable.
Este ataque terrorista de Israel se enmarca en la visita de su Primer Ministro, Benjamín Netanyahu, a los Estados Unidos. En parte para reforzar su alianza de cara a las elecciones legislativas israelíes del 9 de abril pero, sobre todo, para profundizar una ofensiva regional por parte del imperialismo, que se encuentra empantanado tanto en Oriente Medio como en el norte de África. Luego del fracaso rotundo de la “Primavera Árabe” aplicada por la CIA, las fuerzas populares en la región comenzaron a fortalecerse y disputar posiciones. Ejemplo de esto es el constante desarrollo económico de la República Islámica de Irán; la consolidación del gobierno antiimperialista de Bashar Al Assad en Siria; la creciente resistencia popular del pueblo yemení contra la agresión saudí; la cada vez más estrecha alianza entre Irak e Irán; la debacle de la facción pro yanqui en Libia; y el acercamiento económico de la República Popular China a la región a través de la Nueva Ruta de la Seda. Para detener estos avances populares, el imperialismo aplica lo que ya todos conocemos: la agresión y el terrorismo.
A estos ataques contra Palestina se suma el reconocimiento norteamericano de los Altos del Golán ocupados (pertenecientes a Siria) como “territorio israelí” y la calificación de “grupo terrorista” contra la Guardia Revolucionaria de Irán, la sección del ejército más prestigiosa del país persa. Recordemos que los principales aliados de la causa palestina en la región son Siria e Irán. Estas decisiones de Estados Unidos fueron condenadas por la ONU y decenas de países de forma inmediata. El imperialismo no solo agrede a los pueblos del mundo, también pisotea el mismo derecho internacional al que dice defender cuando le conviene.