El 12 de julio se cumplieron 240 años del nacimiento de Juana Azurduy, la gran heroína de la Guerra de la Independencia sudamericana.
Juana nació en 1780 en Toroca, al norte de Potosí, actual Bolivia, por entonces Alto Perú y perteneciente al Virreinato del Río de La Plata.
En 1805, con 25 años, se casó con Manuel Asencio Padilla, estudiante de Derecho, con el que tuvo cinco hijos y con quien se unieron a la revolución independentista de Chuquisaca, del 25 de mayo de 1809.
Pero la Revolución de Chuquisaca fue derrotada por los realistas en 1810, al tiempo que se producía la Revolución de Mayo en Buenos Aires.
Ese año, Juana y Asencio adhirieron prontamente a la Primera Junta de Buenos Aires y formaron una guerrilla de miles de indígenas llamada “Los Leales”, que siguió combatiendo por la independencia. Respaldaron fuertemente la Primera Campaña Auxiliadora del Alto Perú encabezada por Juan José Castelli, combatieron con la Segunda encabezada por Manuel Belgrano y también, no sin fuertes contradicciones, con la Tercera encabezada por Rondeau.
Tras decenas de batallas, con victorias y derrotas, Manuel Asencio Padilla muere en la Batalla de La Laguna y Juana sigue al frente de las tropas. Perdió a su marido y a cuatro de sus cinco hijos y siguió peleando. Belgrano le regaló su sable y la nombró Teniente Coronela y combatió junto a Martín Miguel de Güemes en la resistencia del Norte que cubrió las espaldas de San Martín para su gesta libertadora.
Regresó a Chuquisaca en 1825 tras el triunfo definitivo de Antonio José de Sucre sobre los últimos bastiones realistas. Fue visitada por el Mariscal Sucre y el propio Libertador Simón Bolívar, quien la ascendió a Coronela y le fue otorgada una pensión.
Pronto recibiría una carta de otra gran heroína de la Independencia en la que ésta le decía: “El Libertador Bolívar me ha comentado la honda emoción que vivió al compartir con el General Sucre, Lanza y el Estado Mayor del Ejército Colombiano, la visita que realizaron para reconocerle sus sacrificios por la libertad y la independencia. El sentimiento que recogí del Libertador, y el ascenso a Coronel que le ha conferido, el primero que firma en la patria de su nombre, se vieron acompañados de comentarios del valor y la abnegación que identificaron a su persona durante los años más difíciles de la lucha por la independencia. No estuvo ausente la memoria de su esposo, el Coronel Manuel Asencio Padilla, y de los recuerdos que la gente tiene del Caudillo y la Amazona. Manuela Sáenz, 8 de diciembre de 1825”.
Sin embargo, tras la muerte de Sucre, la traición oligárquica y la caída en desgracia de Bolívar, Juana perdería su pensión y todo reconocimiento, muriendo en la pobreza el 25 de mayo de 1863, en la sola compañía de su única hija sobreviviente.
Muchos años después, durante la Década Ganada, los gobiernos populares de Cristina Fernández de Kirchner y de Evo Morales Ayma, la ascendieron a Generala del Ejército Argentino y Mariscala de Bolivia, respectivamente.
Y así como lo enseña la Historia y el legado heroico de Juan Azurduy, la lucha emancipatoria de los pueblos, la de la mujer y el hombre de trabajo, con avances y retrocesos, con victorias y derrotas, continúa.