La oposición política y mediática se lanzó hace meses a la tarea de erosionar al gobierno desacreditando la cuarentena. En sintonía con las derechas mundiales, que fomentan la apertura económica sin importar el riesgo, convirtieron en un espacio de disputa la estrategia sanitaria para encarar la pandemia.
Rodriguez Larreta es el campeón de la apertura con rostro “humano”. A diferencia de la hosquedad de otros representantes del Pro-Cambiemos que arrean a los sectores más radicalizados, el jefe de gobierno despliega una práctica más furtiva: hace que acompaña la política nacional mientras incentiva la apertura indiscriminada de las actividades de la Ciudad. Obtiene además grandes beneficios, dado que quienes viven en la ciudad reciben recursos del gobierno nacional: IFE, ATP, moratorias impositivas, REPRO, Seguro de Desempleo, créditos a tasa cero. El gobierno de la Ciudad está ausente para comerciantes, pymes, trabajadores, monotributistas e inquilinos. Además, ha conseguido la mejora y ampliación de su sistema de salud que fue olvidado y deteriorado por la gestión macrista durante los 13 años que lleva en el gobierno. En una entrevista, el Ministro de Salud de la Nación se refirió a la inversión en el sistema de salud afirmando que “a la Ciudad le dimos todo lo que pidió.”
Pese al aumento de contagios y muertes, en la última conferencia en Olivos, Larreta marcó que el objetivo era “recuperar, progresivamente, las libertades que la pandemia restringió”, y estableció nuevas flexibilizaciones con respecto a los comercios, al turismo y al deporte. Lo lógico sería que ante el aumento de casos baje el nivel de actividad y de aperturas. Sin embargo, en el colmo del cinismo, se despachó con la propuesta de que las chicas y chicos que carecen de conectividad fueran a las escuelas de forma presencial para hacer contacto con los contenidos. En vez de facilitar la conectividad y los medios tecnológicos propone abrir las escuelas en medio de la pandemia. Rodríguez Larreta tiene un fallo judicial por el cual tiene que brindar material (computadores, tabletas) y conectividad a los chicos que no pueden recibir clases virtuales. Como no está dispuesto a invertir en lo que le corresponde, lo resuelve abriendo escuelas y obligando a docentes y alumnos a exponerse al contagio y movilizarse en el transporte público. Lo que era un reclamo por equipar las condiciones en el acceso a la educacion, se convierte en una sentencia para pibas y pibes de los sectores más pobres de la CABA.
Su partido y su jefe político de vacaciones en Europa alientan movilizaciones masivas en el peor momento de los contagios, dándole un empujón a la circulación del virus, como la movilización del odio del 17 de agosto. Mientras tanto, en CABA, más allá del blindaje mediático, asoman los signos de un sistema de salud que está al borde de su capacidad. Se calcula que la ocupación de camas para pacientes críticos llegó al 75% (datos del MinSal Nación y de la SATI). El gobierno de Larreta llamativamente presenta la ocupación de camas de terapia intensiva de manera estable y siempre en porcentajes menores al 70%, punto que se considera crítico según la experiencia internacional.
Las camas, respiradores, monitores y otros equipamientos de cuidados críticos no valen de nada si no se cuenta con personal médico, de enfermería y kinesiología especializado. Cuando se agotan los recursos humanos, al aumentar el número de infectados y por consecuencia el de pacientes críticos, llega el “colapso” como se vio en España, Italia o Nueva York. Empiezan a aparecer los testimonios de médicos y del personal de salud que dan cuenta de que los hospitales de CABA están al límite en cuanto a recursos materiales, con los recursos humanos mermados y con una abrumadora sobrecarga de trabajo. CABA está en zona roja: hay 6.700 trabajadores de salud contagiados, el recurso humano es específico y si falta, empezará a aumentar la letalidad.
CABA está en zona roja: hay 6.700 trabajadores de salud contagiados, el recurso humano es específico y si falta, empezará a aumentar la letalidad.