CUMBRE DE LOS BRICS

“La era de la unipolaridad ha terminado”

Acorde a las nuevas circunstancias, se realizó de forma virtual una nueva Cumbre de los BRICS, en esta ocasión bajo la presidencia pro témpore de la República Popular China. Además del gigante socialista, son parte la India, Brasil, Rusia y Sudáfrica. En su XIV edición anual, participaron además como invitados Arabia Saudita, Argelia, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, la República Islámica de Irán, Senegal y Tailandia, entre otros. Algunos de ellos (Argentina, Argelia, Kazajistán e Irán) pidieron incorporarse plenamente al poderoso bloque multipolar. Los BRICS representan el 41% de la población mundial, expresan el 24% del PIB mundial y el 16% del comercio global, y son responsables de un tercio de la producción mundial de cereales. Entre las medidas más trascendentales de la Cumbre, podemos mencionar:

  • una Agencia de Evaluación de Crédito para terceros países,
  • un Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) para infraestructura y 
  • un fondo o Acuerdo de Reserva de Contingencia (ARC), basado en la canasta de monedas de los BRICS.
  • un sistema de pagos ajeno al patrón dólar y alternativo al modelo de comunicaciones financieras entre bancos conocido como SWIFT. Se evalúa crear una moneda BRICS.

Respecto a esto último, Vladimir Putin puso a disposición el sustituto de SWIFT de Rusia para que los bancos de las naciones BRICS pueden conectarse libremente al Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS). Los bancos de Brasil, India, China y Sudáfrica ahora pueden conectarse a SPFS, que permite la transmisión de mensajes entre instituciones financieras en el mismo formato. Rusia enfatizó que la estrategia de su país no cambia: “estamos listos para trabajar abiertamente con todos los socios justos sobre los principios de respeto a los intereses mutuos, supremacía incondicional del derecho internacional, y la igualdad de los países y pueblos”.

En los días previos se había realizado el Foro de San Petersburgo. Allí se impulsó la integración de la Unión Económica de Eurasia con la iniciativa china de la Franja y la Ruta (de la Seda). En su intervención de apertura, el presidente ruso incorporó una definición de época. Dijo Putin que “la era del orden mundial unipolar ha terminado. Quiero comenzar con esto, no hay escapatoria. Ha terminado, a pesar de todos los intentos por preservarlo, conservarlo por cualquier medio. Los cambios constituyen un curso natural de la historia, ya que la diversidad de civilizaciones del planeta, la riqueza de las culturas es difícil de combinar con patrones políticos, económicos y de otro tipo, patrones que no funcionan aquí, patrones que se presentan groseramente y sin alternativa, que se imponen desde un solo centro. Los Estados Unidos, habiendo declarado la victoria en la Guerra Fría, se declararon los mensajeros del Señor en la tierra, sin obligaciones, y solo con intereses que son declarados sagrados. No parecen darse cuenta de que en las últimas décadas se han formado nuevos centros poderosos en el planeta que son cada vez más activos. Cada uno de ellos desarrolla sus propios sistemas políticos e instituciones públicas, implementa sus propios modelos de crecimiento económico y, por supuesto, tiene derecho a protegerlos, a garantizar la soberanía nacional”.

Hasta acá, la parte del mundo (mayoritaria) que avanza en un sentido antiimperialista, antineoliberal y de progreso. La contracara fue la cumbre del G7 primero, y luego de la OTAN que se realiza al cierre de esta edición en Madrid. En ambas, las principales potencias del mundo occidental se mostraron ostensiblemente a la defensiva. La única preocupación del imperialismo es cómo contener el avance político, económico y militar de la China socialista y la Federación Rusa. Siguen buscando cómo bloquear el comercio ruso, cómo aplicar más sanciones luego del evidente fracaso de las ya impuestas. Saben que la guerra en Ucrania ya está perdida, política, militar y estratégicamente. Pero es una derrota que refleja el ocaso de un orden global insostenible. Demasiado cara para que la acepten sin luchar.