CORRIDA, PRECIOS Y DESESTABILIZACIÓN

Golpe contra el pueblo

Hemos llegado a una instancia donde resulta decisiva la movilización popular para que el gobierno nacional se defina en favor de las grandes mayorías. La artera renuncia de Martín Guzmán dio lugar a una nueva avanzada desestabilizadora que buscó (y logró en parte) amputar otra tajada de los ingresos de los asalariados. Presión devaluatoria, remarcación de precios, desabastecimiento, lockout patronal y retención de la cosecha de granos. Esto atizado por expresiones de calle muy marginales, pero muy violentas. Se busca generar un clima de inestabilidad y crisis institucional. Ni tanto ni tan poco. Lo cierto es que, si se tolera este accionar del enemigo, vamos a tener dificultades para explicar en el seno de nuestro pueblo por qué es necesario defender al gobierno del Frente de Todos. Ya no hay más espacio para actos de fe.

La primera aparición pública de Silvina Batakis dejó un sabor bastante amargo. No obstante, tendremos que estar más atentos a lo que hace y no tanto a lo que dice, según consejo de Cristina de hace algunas semanas. La aspiración es que se produzca un quiebre respecto a la labor de Guzmán, quien trabajó abiertamente para aplicar el programa del Fondo Monetario Internacional, que ahora reclama “medidas dolorosas”. Lo rigurosamente cierto es que, en tan solo una semana, los alimentos treparon hasta un 10% en la provincia de Buenos Aires y que este escenario requiere respuestas inmediatas. Los funcionarios del área pueden hablar una y mil veces con los formadores (y remarcadores) de precios. Los resultados están sobre la mesa. Lo que sí tiene que hacer el gobierno es otorgar aumentos de sumas fijas por decreto para que la recomposición salarial sea efectiva (y como mínimo, para que mantenga su ya deteriorado valor previo a la escalada).

El descontento es visible y la derecha lo va a direccionar para abortar cualquier perspectiva de carácter popular de cara al 2023. La movilización de masas en las calles es lo único que nos va a permitir arrancar las reivindicaciones urgentes y organizar ese malestar para profundizar una orientación redistributiva. Las recientes manifestaciones de la CTA, de la Corriente Federal de Trabajadores de la CGT y de otros sectores sindicales, en el sentido de iniciar un proceso de lucha para que el Ejecutivo atienda demandas que ya no pueden dilatarse, es el camino correcto. El movimiento obrero es el principal sujeto social que puede equilibrar las cargas en un contexto de fuerte ofensiva por parte de los factores de poder, con un gobierno que además nunca termina de afirmarse. Los y las laburantes van salir a las calles: si es con las conducciones al frente, mucho mejor.

Es en la lucha donde podremos disputar el sentido común de las mayorías, hoy tironeado por expresiones antipopulares. Son dos los planos de la disputa política: por el rumbo del gobierno y por la conciencia de las masas. Todavía tenemos posibilidades de revertir esta situación y llegar en mejores condiciones para la confrontación electoral. Más aún con un marco regional de avances en un sentido antineoliberal.

Cristina es la principal esperanza de nuestro pueblo. Es la que expresa, dentro de la coalición de gobierno, los intereses de los más humildes. La que denunció el latrocinio que acordó Guzmán con el FMI, la que advirtió sobre el ajuste que se implementó en 2021, la que resistió la imposición de un esquema tarifario insostenible. Por eso sigue siendo el blanco de los yanquis, del imperialismo, de las transnacionales. Es la que cohesiona al Frente de Todos en este momento tan delicado, soslayando tres años de destrato. La única que puede hacerlo, además. 

Ahora, ¿qué papel nos cabe a las fuerzas del campo popular? Dar las peleas abajo, en cada movimiento de masas, organizar, salir a buscar a nuestros compatriotas para sumarlos a una contienda mayor, que es la lucha por la continuidad de una alternativa de desarrollo nacional y con inclusión social en nuestra Patria.