MAFIA JUDICIAL
Para vencer al neoliberalismo, hay que romper la proscripción
Al igual que como hicieron con Lula en Brasil, Evo en Bolivia y Correa en Ecuador, la mafia judicial argentina no solo fabricó causas sino que utilizó una de ellas para prohibirle a la compañera ejercer cargos públicos. Más allá de las supuestas “pruebas” que esgrimen (que no son más que una montaña de palabrerío guionado) esta causa debería haber concluido -si se hubiera respetado el debido proceso, la legalidad y el derecho- en un sobreseimiento inmediato. Sin embargo, terminó como ya todos sabíamos: en una clara proscripción luego de años de escarnio mediático repetido hasta el cansancio.
“Este procedimiento de proscripción no es nuevo, lo empezaron a pergeñar al día siguiente del 9 de diciembre de 2015 que nos despedimos en la Plaza. Para que nadie se vuelva a animar a recuperar las AFJP o YPF, o a la Ley de Medios, o a mejorar la redistribución del ingreso y que los trabajadores participen en más del 50% del PBI, o que la educación tenga el 6%, o desendeudar al país y decirle chau al Fondo”, manifestó CFK en el acto de Avellaneda a fines de diciembre.
La proscripción política no es nueva en nuestro país. Siempre fue utilizada por los sectores oligárquicos y pro imperialistas de manera muy violenta. Al principio fueron los militares en complicidad con lo peor de la sociedad civil. Hoy en día las formas cambiaron y lo hacen de una manera más solapada pero igual de brutal: espionaje ilegal, lawfare, nuevas doctrinas para encarcelar dirigentes (véase doctrina Irurzun), abandono de todas las garantías constitucionales, etc. Es una clara maquinaria paraestatal bien aceitada y muy difícil de romper en donde confluyen los poderes económicos concentrados, mediáticos y judiciales. El objetivo último de esa maquinaria -con la proscripción de CFK de por medio- es la vuelta al neoliberalismo, aquel que gobernó recientemente con la peste macrista, en donde la deuda se duplicó como porcentaje del PIB hasta llegar a casi el 100%; mientras que la economía no paraba de caer, la oligarquía transnacional bailaba al son de la timba financiera y nos volvían a someter al tutelaje del FMI.
Un gobierno popular que no se anime a dar la pelea contra estos poderes fácticos paraestatales y estas mafias, muy difícilmente podrá gobernar y modificar la realidad de nuestro pueblo. La verdad es que la institucionalidad y los dos poderes más democráticos de la República -ejecutivo y legislativo- están atados de pies y manos e inhabilitados para cumplir sus funciones frente a la casta mafiosa que tiene al poder judicial como aguantadero. Los vimos trabar la ley de medios, los vimos manejar la política económica abriendo importaciones innecesarias, los vemos como tienen bloqueada la legislatura nacional y el consejo de la magistratura. La mafia judicial tiene mucho más poder que el resto de las instituciones y la única manera de modificar esto es mediante la organización popular y la lucha democrática.
“Necesitamos que vuelva a haber un árbitro en serio del Poder Judicial en la Argentina, que aplique el derecho y que tenga la garantía para todos los ciudadanos de que todos son iguales ante la ley. Cada compañero, cada dirigente, cada militante, tiene su bastón de mariscal en la mochila. Sáquenlo. Y no le pidan permiso a nadie para sacarlo”, expresó Cristina aquel 27 de diciembre.
Mientras la compañera Cristina continúe siendo la principal líder política de nuestro país, el poder real no podrá descansar en paz, por eso la intentaron asesinar y luego, al haber fallado, la proscribieron. CFK es el gran escudo de resistencia frente al neoliberalismo y al mismo tiempo una lanza que tiene el pueblo para avanzar en la conquista de nuevos derechos. Sin la esperanza que significa Cristina no existiría la unidad necesaria dentro del Frente de Todos a la hora de enfrentar a la derecha en las próximas elecciones.