EL PUEBLO SÓLO CONFÍA EN ELLA
Cristina es nuestro programa
El último 26 de abril se cumplieron 10 años del fallecimiento del camarada Jorge Pereyra, un día especial para el conjunto de los comunistas argentinos. Jorge nos permitió, en plena confusión de los ‘90, identificar la etapa del desarrollo transnacional del capitalismo, la época vigente de transición al socialismo, el enemigo principal que debíamos confrontar (el imperialismo norteamericano) y la política de alianzas amplia, frentista, para derrotarlo. En las condiciones de nuestro país eso significa práctica política conjunta, codo a codo, con el peronismo. Esa fue la línea que Jorge defendió durante décadas en el seno del Partido Comunista (identificado con el enfoque dialéctico de Victorio Codovilla) incluso cuando éstas no eran las posiciones mayoritarias. Cuál es el lugar de los comunistas -afirmaba-, el lugar de los revolucionarios, sino parte de un proyecto nacional, popular y latinoamericanista que nos dé la posibilidad de sepultar al neoliberalismo y luchar por transformaciones estructurales en nuestra Patria. El PCCE que él funda en 1996 (junto a un puñado de veteranos y contados jóvenes) supo ser consecuente con su pensamiento y acción durante toda su existencia, que orilla los 30 años.
La irrupción de Néstor Kirchner a la vida política nacional hace 20 años materializó muchas de las reivindicaciones por las que luchamos los comunistas, por las que sufrimos cárcel, desaparición y muerte. Néstor primero y Cristina después nos convocaron a construir el puente de plata hacia los necesarios cambios de fondo en la Argentina. La tarea está en desarrollo, y es el elemento principal de la coyuntura política actual. El mundo dista mucho de aquel que sobrevino a la caída de la Unión Soviética: hoy los yanquis, en crisis, aceleran el declive de su hegemonía en el concierto de las naciones frente al avance indetenible de China popular y socialista. En su intervención en el Teatro Argentino de La Plata, CFK afirmó que “se vienen momentos en el mundo donde vamos a tener que estar preparados para grandes cambios. La gran discusión (hoy) es quién conduce los procesos de producción para no dañar tanto el medio ambiente, para que haya mayor igualdad. Viene un mundo diferente. Miren, cuando uno ve que los saudíes se dan la mano con los iraníes y en el medio hay un chino, empiecen a abrir los ojos, algo está pasando. Algo está pasando, que no estamos viendo”.
Nuestro país es parte de esa disputa más general: precisamente es desde la Argentina desde donde el imperialismo pretende recuperar posiciones en el mapa regional. Atravesamos un momento muy delicado, permanentemente sacudidos por acciones de desestabilización, la soga del FMI al cuello, una economía concentrada y extranjerizada, y un gobierno timorato. Es determinante entonces lo que apuntó Cristina respecto a la necesidad discutir un programa político con un conjunto de elementos centrales: la deuda, el Fondo, los recursos naturales y estratégicos, los monopolios; el mundo actual y la posición soberana de nuestro país. ¿Quién es la única que puede sostener éstos ejes programáticos? ¿La única que no traicionó ni va a traicionar al pueblo? Las grandes mayorías sólo confían en Cristina. Por eso decimos que ella en sí misma es un programa.
No obstante, los cambios que tenemos que empujar requieren de fuerza organizada, no para colmar las listas de candidatos, sino para generar la conciencia necesaria en el movimiento de masas y traducirla en más organización. Sino a las palabras, las ideas, los programas, se los lleva el viento. “Son hermosos los actos y nos encantan a todos, pero sustituyamos también eso, un poco, por el cuerpo a cuerpo con los compañeros y compañeras y con los ciudadanos y ciudadanas, dando debate. ¡Dando debate!”. Son palabras de la compañera; que despejan, animan, revitalizan fuerzas y nos empujan a la lucha. Quien quiera oír que oiga.