AHORA AL BALOTAJE

Una patriada

La contundente victoria de Unión por la Patria el pasado 22 de octubre ofrece algunos primeros elementos para el análisis. En principio, tener en claro que la elección se dio vuelta por el aporte de la provincia de Buenos Aires, donde el compañero Axel Kicillof consiguió dar un verdadero batacazo, con una diferencia de casi 20 puntos respecto al segundo. Se ganó en siete de las ocho secciones electorales (paliza mediante en la tercera), se alcanzaron triunfos en ciudades como Bahía Blanca, Olavarría y Azul (cabeceras de sección), se conquistaron 84 intendencias, entre ellas La Plata y Lanús en el conurbano bonaerense. También en Lomas de Zamora, donde la derecha jugó fuerte luego de la trastada de Insaurralde. No obstante, prevaleció en el principal distrito electoral del país el respaldo a un gobernador que en cuatro años implementó políticas de inclusión en todos los niveles.

También debemos destacar los resultados en el NOA (Tucumán en particular), en la Patagonia (Tierra del Fuego por ejemplo), y en provincias de la región central del país (Entre Ríos y Santa Fe) donde pese a que las gobernaciones quedaron en manos de la oposición, se produjo una gran remontada respecto a las PASO, con una gran elección en el orden nacional, legislativo y municipal. En la Ciudad de Buenos Aires también se alcanzó un buen resultado, con el ingreso de cuatro diputados nacionales y la ruptura de la mayoría automática del PRO en la Legislatura porteña. De la significativa masa de votantes que no se presentaron en la Primarias, una gran mayoría votó en la general por UxP. Sergio Massa recuperó 3.200.000 votos respecto a las PASO, Milei sumó 700.000 y Bullrich perdió 400.000. Tengamos presente que esta recuperación se dió en un contexto claramente desestabilizador, con intentos de corridas cambiarias y bancarias, desabastecimiento en góndolas y una inflación insostenible.

Es evidente que, ante la posibilidad de un gobierno neoliberal-fascista en nuestro país, una destacada porción de compatriotas dio testimonio de que nuestro pueblo tiene reservas democráticas y patrióticas a las que no piensa renunciar. Aún cuando Milei moderó su tono después de las PASO, no modificó el contenido de sus diatribas. Salió a confrontar el sentido común: respecto a la soberanía sobre nuestras Malvinas, insistiendo con el negacionismo al genocidio de la última dictadura cívico-militar, la defensa de nuestros recursos naturales, la libre portación de armas, o un ajuste más drástico del que exige el FMI. Hay quienes subestiman a nuestro pueblo, sus tradiciones de lucha, las conquistas que durante décadas protagonizó y por las cuales dieron sus vidas nuestros 30.000 desaparecidos. Hay niveles de conciencia alcanzados que no están en discusión.

Aún así, no podemos soslayar que la derecha fascista también tiene una base política, económica y social sólida, que ahora tendrá presencia institucional. Juntos por el Cambio puede implosionar (en particular por las definiciones del PRO y la UCR), sin embargo la representación de esos sectores reaccionarios tiende a recalar en la fuerza de Milei. No por nada Macri y Bullrich ya anunciaron su respaldo a LLA de cara al balotaje. Los últimos movimientos del candidato de la peluca (mendigando los votos de la “casta”) muestran cierta desesperación, buscando acuerdos por derecha e “izquierda”, con el propósito de mejorar sus chances de cara al 19 de noviembre. No hay que subestimarlos, en particular porque detrás están los yanquis.

Decíamos en el número anterior de Nuestra Palabra que la batería de medidas económicas implementadas por Sergio Massa contribuyeron decididamente a recuperar la iniciativa política luego del resultado de las PASO. Nuestro candidato a presidente tuvo un gran desempeño durante este periodo, lo que también influyó claramente. En su discurso en el búnker abordó un conjunto de elementos que resultan de carácter programático: soberanía, redistribución del ingreso, recursos naturales, defensa del Estado, exportación de productos con valor agregado frente a la primarización de nuestra economía, multilateralidad, FMI, etc. Sobre estos ejes tenemos que salir a militar el tramo final de la campaña, siempre ubicando a nuestro interlocutor, porque la elección todavía no está ganada. Massa tiene también la pericia necesaria para disputar votos en diferentes bandas (radicales en particular, aunque también del PRO) de aquellos que no están dispuestos a prestarse a una aventura con consecuencias imprevisibles.

La compañera Cristina Fernández de Kirchner -que diseñó el armado electoral que nos permitió triunfar el pasado 22O y nos pone en las puertas de un triunfo en noviembre- decidió correrse un poco de la escena durante las últimas semanas. Hubo mucho griterío luego de la definición de las candidaturas, hoy disipado por los resultados. Cristina fue quien primero advirtió los riesgos de un gobierno fascista con chances por un escenario electoral dividido en tres tercios. Con o sin representación institucional, con o sin fueros, Cristina no traiciona, conduce al movimiento nacional y popular, y “ve más lejos” diría José Martí.