MOVILIZACIÓN POR LOS JUBILADOS

Crónica de una jornada bochornosa

El miércoles 11 de septiembre las inmediaciones del Congreso de la Nación fueron el centro de una nueva movilización popular. Bajo consignas diversas sintetizadas en un clamor unánime y unitario contra el ajuste y saqueo sistemático al bolsillo de nuestros jubilados, organizaciones políticas, sociales, sindicales y estudiantiles se dieron cita junto a cientos de compatriotas que sin ser militantes se sintieron interpelados directamente: como exclamaba unos de los carteles que se pudo ver “todos somos jubilados, solo es cuestión de tiempo”.
Desde la mañana bajo las banderas rojas con sus hoces y martillos, piqueteando la prensa y repartiendo volantes, la militancia del Partido se hizo presente dentro de esta multitud de obreros, docentes, estudiantes y jubilados denunciando el nefasto veto de Milei a la recomposición de haberes jubilatorios que se estaba convalidando y refrendando dentro del recinto legislativo.
El final de la jornada culminó con la ratificación bochornosa de la impugnación presidencial y con un dantesco operativo represivo montado por las fuerzas al mando de Patricia Bullrich, que avanzó con palos, balas y gases de forma arbitraria sobre las columnas de los compañeros movilizados, dejando un saldo de más de 50 personas heridas, con postales grotescas y cobardes como la que protagonizó un efectivo del cuerpo de infantería de la Policía Federal al gasear en el rostro a una niña de 10 años. Abocando al bagaje y la fraseología más tradicional y mediocre de la derecha rancia, desde las órbitas institucionales se exaltó el operativo represivo aludiendo a la imposición de “ley y el orden”, así como no faltaron los paladines comunicacionales que por televisión y redes sociales se rasgaron las vestiduras tratando de justificar o tergiversar los hechos. Lo cierto es que así como han quedado al desnudo los principales beneficiarios del modelo neoliberal imperante, se ha demostrado cuáles son los sectores más postergados de la gestión libertaria: niños y adultos mayores.
Este marco de una batalla más perdida por el campo popular frente al poder real tiene que servirnos de lección para gestar por debajo organización y resistencia. Ante esta idea desmovilizadora que se quiere instalar de que todo está perdido y que por tanto tenemos que ceñirnos al mero presente, al aquí y ahora, al “hacer la nuestra”, los comunistas tenemos que salir a la ofensiva, persuadir con astucia y perseverancia para forjar el dique de contención en cada barrio, centro de estudio y trabajo ante la marea reaccionaria que pretende llevarnos puestos.