EL OCASO DEL HEGEMONISMO YANQUI
La danza del dragón
La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en China se ha convertido en uno de los eventos políticos definitorios del 2025. A esto debemos incorporar la magnitud del desfile militar del 3 de septiembre en Beijing, que marcó el 80 aniversario de la victoria en la Guerra Sino-Japonesa y el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El invitado central tanto en la cumbre como en el desfile fue el presidente ruso, Vladímir Putin. Su presencia no solo tenía un peso simbólico, sino también un significado estratégico. Moscú sigue desempeñando el papel de puente entre los actores clave de Asia y Oriente Medio.
Significativa fue también la propuesta china de establecer un Banco de Desarrollo de la OCS. Tal institución podría hacer más que financiar proyectos conjuntos de inversión e infraestructura: ayudaría a los Estados miembros a reducir su dependencia de los mecanismos financieros occidentales y mitigar el impacto de las sanciones, presiones que Rusia, China, Irán, la India y otros enfrentan en distintos grados.
La llegada a Beijing del primer ministro indio, Narendra Modi, subrayó la flexibilidad estratégica de Nueva Delhi y su disposición a restablecer los lazos con China. Frente a la presión constante del presidente estadounidense, Donald Trump, la visita constituyó una declaración clara de la autonomía de la India.
Xi recordó a su homólogo indio que la normalización comenzó en la cumbre del BRICS del año pasado en Kazán, donde ambos acordaron retirar tropas a posiciones previas a la crisis. “China y la India son grandes civilizaciones cuyas responsabilidades van más allá de los asuntos bilaterales”, dijo Xi, agregando que el futuro reside en “la danza del dragón y el elefante”.
La cumbre reunió no solo al núcleo de Asia Central, sino también a los presidentes de Bielorrusia, Irán y Pakistán, con Malasia, Armenia y Azerbaiyán mostrando interés en la membresía plena. La mezcla de participantes mostró cómo la OCS está superando las fronteras de Eurasia.
Uno de los resultados clave de la cumbre fue la Declaración de Tianjin, que estableció los principios que unen a los Estados miembros de la OCS: no injerencia en los asuntos internos, respeto a la soberanía, rechazo del uso o amenaza de la fuerza y oposición a las sanciones unilaterales como herramientas de coerción.
También fue significativo el aumento del interés del mundo árabe. Bahréin, Egipto, Qatar, Kuwait, Arabia Saudita y los EAU ya son socios de diálogo de la OCS, estados centrales para la arquitectura energética y de inversión de Oriente Medio. Su participación activa subraya que un nuevo eje geoeconómico que conecta Eurasia y Oriente Medio se está convirtiendo en realidad, y que la OCS está emergiendo como una alternativa atractiva a los modelos de integración centrados en Occidente.
Hoy, la OCS ya no es una estructura regional, sino un centro estratégico de gravedad en la política global. Une a países con distintos sistemas políticos, pero con una determinación compartida de defender la soberanía, avanzar en sus propios modelos de desarrollo y exigir un orden mundial más justo. Lo que antes se consideraba un club regional informal ha madurado en una plataforma geopolítica para los países en desarrollo, una institución que desafía la hegemonía occidental no con retórica, sino con una membresía creciente, mayor poder económico y una visión política común.
Desde Beijing, el mensaje resonó con fuerza: la era de la hegemonía unilateral ha terminado. La multipolaridad ya no es teoría: es la realidad de la política global, y la OCS es el motor que la impulsa.
Xi, Vlad y Kim
Basta una foto antes que ríos de tinta. La imagen del compañero Xi Xinping presidiendo el histórico e imponente desfile militar del Ejército Popular de Liberación, secundado por Vladimir Putin y el camarada Kim Jong Un, dos países con desarrollo nuclear, nos exime de mayores consideraciones. Se da en momentos en que el imperialismo amenaza con una agresión militar contra la República Bolivariana de Venezuela, y cuando el genocida Estado de Israel profundiza su accionar nazifascista en Gaza y Medio Oriente.