Lo que se viene observando en estas semanas que transcurrieron desde las PASO es el sinceramiento del fracaso del programa económico neoliberal macrista.
Se trata de un nuevo colapso para la sociedad y la economía argentina con recetas ya transitadas en nuestra historia: una megadeuda e inestabilidad que nos tiene hace más de tres años pegados al Home Banking para ver a cuánto se fue el dólar. Todos mecanismos que empobrecen a los trabajadores mientras le permiten al capital extranjero comprar las empresas locales a precio vil.
La recesión económica se programó desde el principio. El macrismo abrió con una devaluación de 9 a 16, destruyó la industria y el comercio, y comenzó el mazazo al empleo y al poder adquisitivo del pueblo, incluida la tan mentada clase media. Desfinanció el Estado y luego postergó la crisis por la vía del endeudamiento para conseguir un 2017 tranquilo y salir lo mejor parado en las elecciones. A partir de marzo de 2018 comenzó la crisis financiera; con el crédito externo cortado recurrió al FMI y nos lo metió por la puerta grande. El mayor y más rápido endeudamiento de la historia argentina.
En el 2019 intentó repetir como en 2017, pero ya no le dio. Una sociedad empobrecida y harta le respondió en las elecciones. Doce meses consecutivos de contracción del PIB, entre abril de 2018 y el mismo mes de 2019. La destrucción de 10.322 empresas solo en 2018 y de 216.948 puestos de trabajo entre mayo de 2018 y el mismo mes de este año. La elevación del nivel de pobreza al 34,4% de la población en el primer trimestre de 2019 (es decir, 4 millones de personas en situación de pobreza más que en el primer trimestre de 2018). La devaluación posterior a las PASO forma parte del mismo proceso: el aumento de la divisa durante el régimen macrista ya suma el 500 por ciento.
El FMI le entregó miles millones de dólares a una economía quebrada y endeudada para sostener a un gobierno de derecha en el Cono Sur. El resultado es el inédito caso de Macri, donde el mismo gobierno que se endeuda termina defoltiando y admitiendo que nunca tuvo los recursos para pagar. En menos de cuatro años, después de recibir una economía desendeudada, Macri la entregará en cesación de pagos. El incumplimiento también es inédito porque suma la deuda nominada en pesos, lo cual se podría haber remediado emitiendo moneda para pagar los compromisos. Por otro lado, presenta una reestructuración de pagos de la deuda externa, incluida la del FMI, que patea los vencimientos para el próximo gobierno.
El default de la deuda pública en pesos les dio un golpe demoledor a las finanzas de provincias y de empresas industriales, servicios y comercio al quedar engrampados en una especie de corralito con las Letes. La compra de Letras del Tesoro fue una estrategia que utilizó el sector privado para financiarse en un contexto de derrumbe del consumo y aumento permanente de la tasa de interés. El Estado hizo de financista pagando intereses elevadísimos. Con estos fondos, las firmas hicieron frente a los salarios de sus trabajadores y a los proveedores. Ahora tienen parte del capital atrapado.
Algunas provincias también destinaron excedentes del presupuesto a la compra de Letras en pesos y en dólares, para recibir una renta que les permita hacer frente al pago de salarios, aguinaldo y proveedores. De acuerdo con un informe oficial, diez provincias tienen en total el equivalente a unos 1250 millones de dólares en esos instrumentos de deuda de cortísimo plazo. María Eugenia Vidal encorsetó unos 500 millones de dólares.
También generó desconcierto entre Fondos Comunes de Inversión y problemas a las provincias y empresas. A partir del rescate (retiro del dinero) el patrimonio de los Fondos bajó de 250 a 155 mil millones de pesos del 27 al 30 de agosto, el 38% patrimonio administrado en 3 días. Los bancos que más vieron caer sus Fondos son BBVA, HSBC, ICBC y Banco Nación.
Como la sangría continuaba, el domingo 1ero de septiembre el gobierno inauguró el control de cambios, el cepo. Cepo -un instrumento de tortura medieval- fue el nombre que le dieron para denostar la política de control de cambios de los gobiernos kirchneristas y ahora será otro de los símbolos con que pasará a la historia la Alianza Cambiemos.
LOS NÚMEROS DEL HUNDIMIENTO
Riesgo País
Rondaba los 900 puntos el viernes 9 de agosto y trepó hasta los 2.121 puntos al 10 de septiembre. El Riesgo País es un índice que elabora el JP Morgan y mide la probabilidad (el riesgo) de que un Estado logre o no pagar los vencimientos de sus obligaciones (deuda externa, bonos, letras del tesoro). Como valor de referencia para medir el riesgo país, se toma de base la tasa de los bonos del Tesoro que paga Estados Unidos. Es un indicativo de cómo está la Argentina y marca la tasa de interés para su financiamiento externo. Al tener un riesgo alto, la tasa de interés que se consigue es tan alta que se hace imposible salir a financiarse.
Caída de bonos y acciones
Días atrás, los bonos soberanos y las acciones de empresas argentinas cotizantes en la plaza local y extranjera tuvieron su peor jornada en años. El MERVAL se desplomó un 38% en pesos. Medido en dólares, la caída fue de un 48%, lo cual según Bloomberg fue la segunda peor caída en un día “en cualquiera de las 94 bolsas de valores rastreadas” por la agencia desde 1950. Las acciones argentinas que cotizan en Wall Street tuvieron un desplome que en algunos casos alcanzaron el 60%, con bancos y empresas de energía a la cabeza. Edenor se desplomó en un 58,9%; Banco Supervielle (-58,7%), Grupo Financiero Galicia y Loma Negra (ambas con -56,1%), Central Puerto y Banco Francés (ambos con -55,9%), Pampa Energía (-53,7%) y Banco Macro (-52,6%).
Fuga de capitales
Desde 2016, se fugaron casi U$S 40.000 por minuto del circuito formal de la economía. El 82% de la deuda tomada al FMI se fue de la Argentina. De 44.867 millones de dólares, 36.640 millones fueron al exterior en concepto de fuga, 8 de cada 10 dólares. En cuanto a la Cuenta Corriente, si se analiza el período junio de 2018 julio de 2019, mantuvo un saldo negativo de 451 millones de dólares. La entrada de dólares por el comercio de bienes (20.279 millones) se acabó debilitando por las salidas de divisas por los siguientes conceptos: comercio de servicios (-7.553 millones), intereses (-12.217 millones) y utilidades y dividendos (-1.313 millones).
Deuda y Reservas
El inédito endeudamiento en moneda extranjera de 107.525 millones de dólares entre diciembre de 2015 y junio de 2019, no generó ni obra pública ni crecimiento económico, sino que solo se ocupó de financiar la fuga de capitales y los intereses de la deuda, que acumularon 106.779 millones de dólares en el mismo período. Los vencimientos de deuda superan los 180 mil millones de dólares para los próximos cuatro años. Las reservas internacionales en el Banco Central quedaron en alrededor de los 50.949 millones de dólares. El monto de reservas netas excluye 7.500 millones de dólares que el Tesoro tiene depositados en su cuenta del BCRA, los más de 14.600 millones de dólares de los encajes de los depósitos en dólares del sistema financiero o las posiciones en futuros, entre otros rubros, y hay que descontarle los pasivos corrientes que podrían realizarse en un año. Las reservas “netas” son las que definen el margen de acción del organismo.
Control de cambios (cepo según Cambiemos)
El control de cambios ya no cumple con su cometido, que es la protección de las reservas internacionales y de los dólares que se obtienen con el intercambio comercial. El cepo macrista no impide el drenaje de reservas vía compra de dólares y consiguiente fuga de capitales. El límite de compra de hasta 10.000 dólares por mes es insuficiente. Existen aproximadamente 1.100.000 personas que compran dólares mensualmente. Si en promedio comprasen U$S 1.500 por mes, el cepo financiaría una fuga de U$S 1.600 millones de dólares mensuales. Además, el cepo macrista afecta a pymes exportadoras. Las entidades financieras suspendieron las líneas de crédito para ventas al exterior de pequeñas y medianas empresas. Entre los sectores más afectados se encuentra el textil.
Default
A pesar del eufemismo utilizado, reperfilamiento, el gobierno no pudo evitar que la medida fuese señalada como una forma de default por parte de las calificadoras de riesgo más importantes del mundo. Aplazó unilateralmente vencimientos de deuda de corto plazo en manos de inversores institucionales, e inició un proceso en el mismo sentido para el resto de la deuda tanto con privados como con el FMI (que todavía no se sabe si se tratará en el Congreso, saldrá por decreto o qué harán). Además, subieron la tasa hasta el 85% (la más alta del mundo) insostenible para la actividad productiva y comercial.