Los nuevos números del Indec arrojaron el mayor índice de desocupación desde 2005. De esta manera, Argentina vuelve a los dos dígitos en su tasa de desempleo. Reflejos de una política que no se aguanta más.
En la última semana se dieron a conocer los nuevos números del Indec sobre desocupación, que reflejan el momento crítico que vive nuestro país en materia laboral gracias a las políticas del neoliberalismo. Después de 14 años, la tasa de desocupación alcanzó los dos dígitos, con un 10,6 por ciento para el segundo trimestre del corriente año. Esto significa 250.000 nuevos desempleados que se suman a los más de dos millones de compatriotas que perdieron en los últimos años la actividad que les brinda su sustento diario.
Las causas de esta triste situación radican en las políticas del gobierno de Macri, que atacaron de lleno la matriz productiva del país, dinamitaron la capacidad de consumo de los argentinos y argentinas, y atacaron el empleo registrado con una serie de olas de despidos que no mermaron desde diciembre de 2015. Al respecto, los números son categóricos: cuando Macri asumió la Presidencia, el nivel de desocupación era del 5,9 por ciento.
De este modo, la situación no sorprende para nada, ya que lo notamos en nuestras familias, amistades o en la calle: como en Avellaneda, que en los últimos días fue noticia porque hubo más de tres cuadras de cola por un puesto en una estación de servicio; o en Santa Fe, donde el parate de la obra pública produce docenas de nuevos desempleados por semana; o el caso de la casa de electrodomésticos Musimundo, que de un plumazo cerró 12 sucursales en un día, dejando en la calle a 130 trabajadores.
El sector de la población más afectado por la política laboral del neoliberalismo son las mujeres, particularmente las jóvenes, que en el último año sufrieron un aumento del 3 por ciento en la tasa de desocupación. A su vez, un 28,9 por ciento de la población económicamente activa está subocupada, es decir que se encuentra buscando trabajo, entre los que un 18,3 por ciento tienen más de un empleo porque los sueldos no alcanzan.
Por otro lado, una gran cantidad de la población sin empleo (el 78, 3 por ciento) perdieron su ocupación en el último año. Otro problema de importancia que se desprende de las cifras, es la situación del empleo informal que alcanza un 34,5 por ciento del total de las personas que tienen un trabajo.
Los grandes nodos urbanos en los que se encuentran las principales concentraciones industriales son los que registran los más altos niveles en los índices de desocupación, revelando el relegado lugar que las políticas económicas del gobierno le dispensa a la actividad productiva. Particularmente la Provincia de Buenos Aires, gobernada por María Eugenia Vidal, lidera el ranking de desocupación sobre el total del país, con la ciudad de Mar del Plata con un 13,4 por ciento de desocupados, seguidos por el Conurbano Bonaerense, con un 12,7 por ciento.
Mientras tanto, las previsiones para el próximo trimestre no son para nada auspiciosas. Dado que la economía no repuntó en absoluto, por el contrario, durante los próximos meses son muchas las probabilidades de que aumente aún más la desocupación y la precariedad laboral.
Pero, además, es importante destacar el lado de la desocupación que los números no reflejan: la falta de trabajo significa frustración, desesperanza y desánimo para cualquier persona. No poder tener un ingreso para llevar el pan a la mesa es un drama en miles y miles de familias argentinas. Pero pese a que el establishment y el sector concentrado de la economía (vía cerco mediático y big data) accione para que nuestro Pueblo naturalice tanto dolor, los argentinos estamos retomando la senda de la esperanza como lo demuestran los resultados de las últimas PASO.