LÁZARO PEÑA
Capitán proletario
Por Rodolfo G. Módena
No venimos propiamente a enterrar a un muerto, venimos a depositar una semilla”. Así, de manera tan elocuente y contundente, como siempre, Fidel Castro despedía los restos mortales del enorme dirigente obrero cubano Lázaro Peña, fallecido en La Habana el 11 de marzo de 1974.
Lázaro Peña González había nacido el 29 de mayo de 1911, hace 105 años, hijo de una familia proletaria en el humilde barrio habanero de Los Sitios. Quedó huérfano de padre a los diez años, tuvo que abandonar la escuela y sus sueños de violinista para ayudar a su madre despalilladora tabaquera, trabajar de ayudante de carpintero, herrero, albañil, yesero y al fin de obrero tabacalero.
“Pobre y negro, es decir, en la base doliente de una pirámide de opresiones,” al decir el gran intelectual comunista cubano Juan Marinello.
Pronto comenzaría su militancia sindical contra la explotación capitalista que oprimía a su clase y, en 1929, a los 18 años, se incorporó al primer y clandestino Partido Comunista Cubano, fundado cuatro años antes por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño.
En la lucha sin cuartel contra la dictadura de Machado, fue protagonista de históricas huelgas, sufriendo represiones, torturas y prisiones. En 1934 fue electo Secretario General del Sindicato de Tabaqueros, así como miembro del Comité Ejecutivo de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) y del Comité Central del Partido Comunista. En 1939 fue electo Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y luego sería fundador de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL) y de la Federación Sindical Mundial (FSM) de cuyo Comité Ejecutivo fue vicepresidente.
Exiliado desde 1953, cuando la dictadura de Batista le prohibió el reingreso al país, volvió con la Revolución para ponerse nuevamente al frente de la clase obrera cubana, siendo electo Secretario General de la CTC en 1961 y miembro del Comité Central del nuevo Partido Comunista de Cuba, desde su fundación en 1965 hasta su muerte.
De él diría Nicolás Guillén: “A una inteligencia brillante sostenida siempre por la acción, añadía el don de lo criollo, tenía un sentido fino, delicado, realmente cortés para presidir una asamblea, para dirigir un debate, para aclarar un concepto yendo a su raíz”.
En la clausura del XIII Congreso de la CTC de 1973, cuando Lázaro Peña era reelecto Secretario General, el Comandante Fidel Castro dijo: “Esta elección constituye, en primer lugar, un tributo a un compañero que ha dedicado toda su vida a la causa de los trabajadores; constituye un reconocimiento a su condición de maestro de cuadros sindicales, porque lo que nos decían los dirigentes obreros es que Lázaro ha sido para ellos como un maestro, y que durante estos meses junto a él habían aprendido más de cuestiones del movimiento obrero, y de trato con los obreros, y de tareas sindicales, que lo que habían aprendido antes en toda su vida”. Por algo Fidel lo bautizó como el “Capitán de la Clase Obrera Cubana”.