Por Rodolfo G. Módena
El 21 de febrero de 1934, hace ochenta y cinco años, era asesinado el líder revolucionario nicaragüense Augusto César Sandino.
El Héroe Nacional de Nicaragua encabezó la resistencia popular armada a la intervención norteamericana de su Patria. Con un ejército de trabajadores, campesinos y obreros que lo consagró como el General de Hombres Libres, enfrentó al invasor en una guerra que se extendió de 1927 a 1933, y concluyó con la victoria antimperialista y la expulsión de las tropas norteamericanas de suelo nicaragüense.
Nos cabe recordar que la Primera Conferencia de Partidos Comunistas de América Latina (Buenos Aires, 1929) tuvo entre sus principales resoluciones la solidaridad militante con la causa antimperialista de Sandino. De hecho, el héroe y mártir salvadoreño Farabundo Martí fue destacado por la Internacional Comunista, a través del Partido Comunista de México, para acompañar a Sandino en su campaña militar.
Sandino sería asesinado por orden del entonces Jefe de la Guardia Nacional, Anastasio “Tacho” Somoza García, a instancias de la embajada estadounidense, cuando el patriota se retiraba de una cena con el presidente liberal Juan Bautista Sacasa acordada para negociar el futuro de unidad nacional del país. La conspiración culminaría con Somoza como dictador de Nicaragua por décadas, sucedido por sus hijos, Luis y Anastasio Somoza Debayle “Tachito”, hasta 1979, año en que este último fuera derrocado por la Revolución Popular Sandinista dirigida por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, fundado en 1961 por Carlos Fonseca Amador y conducido por los comandantes Tomás Borge Martínez y Daniel Ortega Saavedra, entre otros.
Rememorar la gesta y el asesinato de Sandino implica reconocer, una vez más, el sempiterno carácter criminal del mismo imperialismo norteamericano de ayer y de hoy, con sus títeres locales, sobre nuestra Patria Grande y el mundo entero.
Sirve para recordar, también, cómo fue agredida y bloqueada la Revolución Cubana desde sus orígenes. Cómo desestabilizaron económicamente a Chile y pergeñaron el Golpe de Estado fascista contra Salvador Allende en 1973. O cómo sería agredida la Revolución Sandinista en los años ochenta, cuando Estados Unidos armaba y financiaba a las bandas de mercenarios y contrarrevolucionarios llamadas “La Contra”, mientras “ofrecía”, cínicamente, “ayuda humanitaria” desde países vecinos.
Lo mismo que hicieron siempre lo están volviendo a hacer hoy, con diversas variantes, contra los gobiernos revolucionarios de Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua. Y no es casual que el mismo personaje siniestro -Elliot Abrams- que coordinó las operaciones de “La Contra” en la Nicaragua Sandinista de los ochenta, haya sido recientemente designado por Donald Trump como “representante especial” para Venezuela.
Hoy, especial y dramáticamente, la agresión imperialista se descarga sobre la República Bolivariana de Venezuela. El intento de aplicación del “golpe blando” con que tuvieron éxito en Paraguay y Brasil, en Venezuela no tuvo cabida. Es por eso que han vuelto a su viejo esquema de los “golpes duros”, que jamás archivaron.
Bloqueo comercial y financiero, desabastecimiento, campaña mediática salvaje, intentonas de desestabilización interna, autoproclamación de un “presidente” ilegal e ilegítimo para dibujar un escenario de doble poder, reconocimiento internacional del mismo por parte de ciertos países lamebotas del imperialismo, campaña de “ayuda humanitaria” desde Colombia, Brasil y las Antillas Holandesas como verdadero “caballo de Troya” y amenazas de intervención militar directa, son los pasos que viene dando el imperio y la reacción interna contra la Revolución Bolivariana y Chavista.
Como reza la Declaración del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba del 13 de febrero de 2019: “Urge detener la aventura militar imperialista contra Venezuela”.
En Argentina, América Latina y el mundo crece la solidaridad internacionalista con la Revolución Bolivariana. Hoy como ayer y tantas veces, como hace más de ocho décadas con la inolvidable gesta antimperialista de Augusto César Sandino.