Creemos que para analizar correctamente la coyuntura actual de nuestro país, los peligros y posibilidades que se nos presentan en este 2019, es necesario observar el mapa continental y en particular el rol del imperialismo en esta etapa. Los yanquis buscan recuperar y consolidar sus posiciones en América Latina, por eso el descomunal asedio sobre Venezuela. El objetivo estratégico sigue siendo el saqueo de los recursos naturales. Las derrotas en Brasil y la Argentina no son definitivas, y cualquier cambio en uno de estos países podría modificar la correlación de fuerzas a nivel regional. La agresividad de los Estados Unidos responde a este escenario, donde su hegemonía no está asegurada.
Pese a la brutal ofensiva sobre la Revolución Bolivariana, la heroica resistencia del pueblo chavista, de su conducción cívico-militar, del presidente Nicolás Maduro, está logrando repeler cada uno de los golpes asestados. Los yanquis buscan ahora el pretexto para una agresión militar (utilizando a Colombia como cabecera) para la que tampoco tienen consenso entre sus satélites de la región. Rusia y la República Popular China constituyen un férreo respaldo a la Revolución y no permanecerán indiferentes frente a una escalada bélica. En el conflicto venezolano se expresa con nitidez la correlación de fuerzas a escala global.
Brasil vive las consecuencias de un proceso de quiebre institucional que posibilitó el absurdo encarcelamiento de Lula y la posterior consagración de un personaje de las características de Jair Bolsonaro. A casi dos meses de su asunción, afloran internas por doquier en el seno del gobierno, que debilitan objetivamente la autoridad presidencial. Las permanentes desmentidas y contramarchas han sido el rasgo saliente. Ganan espacios las fuerzas armadas, en un contexto de fuertes pujas entre los factores de poder. Los yanquis van por el Pre-sal y la Amazonia (Lula y Dilma constituían un escollo) pero el descalabro político que atraviesa el hermano país no les garantiza un camino sin riesgos.
Es en este contexto que nos adentramos en un año decisivo para nuestro país. Aquí el objetivo del imperialismo es el de evitar, por todos los medios, el retorno de CFK. Es importante ser conscientes de que nuestra disputa es con los yanquis y su política de dominación. Por esto es fundamental el llamado de la compañera Cristina a construir la más amplia unidad para derrotar al neoliberalismo. El enemigo va a golpear, va hostigarla judicialmente, va a instalar el comando de campaña en Comodoro Py. En este sentido, expresamos nuestra solidaridad y repudio frente a la injusta prisión de los compañeros Amado Boudou y Luís D’Elía, nuevamente detenidos días atrás.
Bajo la premisa de una unidad amplia (y la conducción de Cristina) se van estableciendo diversos acuerdos de carácter electoral en todo el territorio nacional. Días atrás se realizaron las elecciones primarias en La Pampa, con una dura derrota para el candidato de Macri para la gobernación, y un gran triunfo del kirchnerismo en Santa Rosa. El próximo 10 de marzo será el turno de Neuquén, donde la fórmula Rioseco-Martínez (identificada con la ex presidenta) se apresta a dar un batacazo. El cronograma es extenso, pero valen estas menciones como tendencia y orientación de cara a octubre.
Macri deja tierra arrasada, con niveles de dependencia y sumisión sin antecedentes. Tendremos que ser capaces de construir la victoria y al mismo tiempo contar con los instrumentos políticos necesarios para gobernar en condiciones extremadamente difíciles. Entendemos que existen diferentes planos de la unidad. En un marco de gran amplitud y diversidad, urge también construir la fuerza política frentista del kirchnerismo desde donde establecer el vínculo político con las masas, el mano a mano necesario para organizar, triunfar y luego para gobernar.