En el marco de la confrontación global entre unipolaridad y multilateralismo, el imperialismo intensifica su política agresiva sobre la República Popular China y sus aliados. El problema es que enfrente tiene a un coloso, amigo del desarrollo de los pueblos y locomotora de un nuevo orden mundial.
Un cargamento con 68 toneladas de medicamentos enviado por la República Popular China ha llegado el pasado 28 de mayo a Venezuela, como parte de los acuerdos de cooperación entre ambos países. Caracas ha recibido hasta ahora 269 toneladas de medicamentos e insumos sanitarios por parte del gigante asiático. Uno de los principales objetivos del imperialismo es hacer efectiva la tan mentada “crisis humanitaria” en la república bolivariana.
En los últimos ocho años, el intercambio comercial entre China y América Latina aumentó 22 veces, excediendo los 280 mil millones de dólares en 2017. Datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) posicionan al país asiático como el segundo socio comercial más importante para la región, y el primero para Sudamérica, suplantando a Estados Unidos.
En 2013 el presidente Xi Jinping anunció el proyecto conocido como Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR según sus siglas en inglés) que contempla el fortalecimiento de infraestructuras, comercio e inversiones entre China Popular y aproximadamente 65 países (en particular de América Latina, Asia y África) involucrando al 62% de la población mundial y el 75% de las reservas energéticas conocidas. El desarrollo económico, militar y tecnológico de la RPCh constituye la principal amenaza a la debilitada hegemonía de los Estados Unidos.
Tras varios meses de negociación, Trump informó a través de un tuit que a partir del 10 mayo elevaría los aranceles del 10 al 25% sobre importaciones chinas valoradas en 200 mil millones de dólares. China respondió con impuestos más altos a una serie de productos estadounidenses (fundamentalmente agropecuarios) valorados en 60 mil millones de dólares a partir del 1 de junio.
HUAWEI Y CUESTIÓN DE FONDO
Con las últimas medidas de los Estados Unidos, Huawei Technologies pasó de la lista negra al veto de los servicios y aplicaciones que provee Google, bajo petición y acuerdo con Washington. Desde el punto de vista de la Casa Blanca, la acción está fundamentada en la seguridad nacional. Sin embargo, resulta obvio que la trama se debe a la ventaja tecnológica que tiene China sobre su principal competidor.
El auge de China como potencia económica pone en riesgo los postulados de América First de Trump. Desde principios de 2017, han entrado en una fase de competencia estratégica que llegó para quedarse y no es casual que Huawei sea hoy su principal amenaza. Según analistas, el motivo parece resumirse en tan solo dos letras: 5G.
La quinta generación de telefonía móvil, tecnología impulsada por Huawei, se ha convertido en la nueva “arma de destrucción masiva” en la guerra declarada por Trump a China, según el diario español El País. EE. UU. parece no tolerar que sea el gigante tecnológico asiático el que lidere la nueva propuesta, que ampliará el espectro de interconexión y facturará, según estimaciones, 11 mil millones de dólares en 2022. El presidente estadounidense ya lo dejó claro el pasado mes de abril: «5G es una carrera que ganaremos». Aseguró también que su país no podía dejar que otras potencias pudieran competir en este mercado.
Pero nada frena a Huawei. Recientemente, el jefe de la división de consumo de la empresa asiática dijo que el sistema operativo propio de la compañía estará listo en otoño para usarse en China y el próximo año en el resto del mundo. Informes citados por Russia Today señalan que el Hongmeng, sistema operativo que Huawei está desarrollando -nombrado así en honor a un personaje de la mitología china- actualmente se encuentra en fase de prueba y se espera que sustituya al sistema de Google de forma gradual.
Huawei se sigue enfrentando a un bloqueo que demuestra cómo gran parte de la tecnología que el mundo usa día a día está relacionada de alguna manera con EE. UU. La SD Association, el consorcio internacional de la industria de fabricantes de tarjetas de memoria SD y microSD, retiró a Huawei de la lista de compañías que pueden utilizar este estándar de unidades de memoria, lo cual podría quitarle a la compañía china el derecho a emplearlas en sus dispositivos. Previsoramente, en octubre de 2018, Huawei había presentado la nueva NM Card (Nano Memory Card), con la cual buscaban sustituir a las microSD. Estas tarjetas son más pequeñas y con velocidades de transferencia de hasta 90MB/s, demostrando que está preparada para cualquier escenario. A esto se suma el bloqueo a la Wi-Fi Alliance, encargada de establecer los estándares para el uso de la tecnología inalámbrica y cuyos miembros incluyen a Apple, Qualcomm, Broadcom e Intel.
“La China de hoy no solo es la China de China. Es la China de Asia y la China del mundo. En el futuro, China adoptará una posición aún más abierta para abrazar al mundo”, afirmó días atrás el camarada Xi Jinping. Con paciencia oriental y la sonrisa de la Gioconda (diría Fidel) el gigante socialista avanza.