Luego de meses de propaganda anti china por parte de la prensa burguesa en torno al brote de coronavirus, la situación en la República Popular está controlada gracias a la rápida respuesta de su sistema sanitario público, a la conciencia colectiva de su pueblo y a la movilización permanente del Partido Comunista en pos de frenar el contagio.
Mientras que en China la situación mejora día tras día, en Occidente el coronavirus está creciendo de forma alarmante y sin recibir las respuestas adecuadas. Los mismos medios que construyeron un monstro cuando comenzó la epidemia en la ciudad china de Wuhan, ahora intentan evitar a toda costa propagar titulares alarmistas y falsos videos de propaganda como los que fabricaban contra China. Un caso de este tipo fue el famoso video de 2016, viralizado por la prensa, de una joven tomando sopa de murciélago en la isla de Palaos, en el océano pacífico occidental, muy lejos de China.
Nadie niega que el coronavirus se generó en un mercado ilegal en la ciudad de Wuhan, pero mutaciones como esta ya sucedieron en el pasado reciente y en otras regiones; y de la misma forma que surgió en un país como China (por una cuestión de probabilidad numérica) con más de 1.400 millones de habitantes, también podría surgir en cualquier otro país. La diferencia es que China está capacitada para controlar la situación, mientras que la mayoría del resto del mundo capitalista no lo está.
El nivel organizativo de un país que construye el socialismo como china, con una democracia popular y un sistema económico con altos niveles de planificación, pudieron controlar la situación al poco tiempo. Se construyeron hospitales inmensos y de alta complejidad en apenas diez días, se movilizaron contingentes de médicos de diversas provincias y se pusieron en cuarentena decenas de ciudades. Todo esto sin dejar de producir y manteniendo el nivel de vida de la población. Occidente, en cambio, no tiene esta capacidad de planificación, ni la disciplina del ciudadano chino para enfrentar este tipo de problemas. Hoy hay más probabilidades de contagiarse el coronavirus en Corea del Sur o en Italia, que en China.
Mientras el imperialismo esperaba cientos de miles de contagios y decenas de miles de muertos a lo largo y ancho del país asiático, la situación en el país tiende a controlarse, con una tasa de contagios y muertes casi estancada y una tasa de curados cada vez más alta. Con 1.400 millones de habitantes, apenas hay 40 mil casos activos por coronavirus (al 3/3/2020). Eso es menos del 0,003% de la población. El número de fallecidos es de 2.912 personas en total (en su mayoría adultos mayores y personas con problemas respiratorios previos) mientras que los recuperados son ya más de 44.800. Es decir, la tasa de recuperación es altísima y la de mortalidad bajísima. No hay duda que todavía habrá nuevos casos, pero lo que está más que claro es el éxito que están teniendo las medidas del gobierno central chino y su sistema social a la hora de evitar la expansión y las muertes en proporción a su población. Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) elogió la rápida respuesta del gobierno chino a la crisis, y el director general, Tedo Adhanom Ghebreyesus, dijo que el país estaba tomando “medidas muy fuertes y con pleno compromiso”.
Un actor importante en esta batalla es Cuba socialista, cuyos medicamentos, en particular el Interferón alfa 2B, están haciendo “milagros” en la recuperación de los casos más graves. Este medicamento es uno de los cerca de 30 fármacos escogidos por la Comisión Nacional de Salud de China para curar la afección respiratoria. Luis Herrera Martínez, asesor científico y comercial del presidente de la estatal BioCubaFarma, afirmó que el medicamento “evita que los pacientes con posibilidades de agravarse y complicarse lleguen a ese estadio, y finalmente tengan como desenlace la muerte”.
La propaganda por parte del imperialismo está claramente enmarcada en la disputa geopolítica de Estados Unidos contra China socialista. Mike Pompeo, Secretario de Estado de EE.UU., mientras hablaba el mes pasado sobre la necesidad de impedir la expansión de las empresas chinas por todo el mundo, llego a decir que “el Partido Comunista Chino representa la amenaza central de nuestro tiempo”. En definitiva, el objetivo del imperialismo es demonizar y socavar el modelo productivo de mercado socialista practicado por la República Popular China, un modelo que es ejemplo para el mundo.