REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

Un nuevo triunfo del Gran Polo Patriótico

La jornada electoral transcurrió con tranquilidad, sin embargo, la oposición y las usinas del imperio habían creado un clima que aseguraba la victoria de la derecha reaccionaria y la derrota de Maduro y el Gran Polo Patriótico. En el último mes la mayoría de las encuestas y los medios masivos internacionales vaticinaban el fin de la Revolución Bolivariana. Después de años de prácticas abstencionistas y patrocinar la desafección política, la derecha logró formar una alianza electoral y se atrevió a enfrentar al escrutinio popular. 

La situación política en el país, el contexto económico, y los comicios recientes (referéndum sobre el Esequibo) no abalaban el arriesgado pronóstico de la victoria del PUD. Aún con el desgaste de 25 años de gobierno, el impacto de 926 sanciones económicas y el elevado costo social que implicó vencer el desabastecimiento y la hiperinflación, las capacidades políticas del PSUV y el Polo Patriótico no están agotadas, por el contrario, la mejoría general del país hermano y una renovada participación popular deberían haber alertado sobre la maniobra que se estaba montando.

El presidente Nicolás Maduro, ya reelecto, aseguró: “No pudieron con las sanciones; no pudieron con las agresiones; no pudieron con las amenazas; no pudieron ahora y no podrán jamás con la dignidad del pueblo de Venezuela”. La oposición antichavista probó sin éxito casi todas las vías posibles para poner fin a los 25 años de gobierno revolucionario. A la luz de la historia, estas maniobras han sido insuficientes para superar la movilización y organización de las bases sociales históricas del chavismo. 

Este clima de tensión avanzó y creció en los últimos días. Uno de los fantasmas agitados por la oposición y los medios era la posibilidad de maniobras de “fraude” durante el proceso. Un grupo de países (Estados Unidos, Argentina, Colombia, Chile Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay) pidió que se respete la “voluntad del pueblo venezolano en urnas”, lo que pareció una clara reedición del Grupo de Lima armado contra Venezuela después del 2017. Los comunicados de estos países coincidieron bastante con la recomendación hecha por Mark Feierstein, ex jefe de la Agencia para el Desarrollo Internacional del Departamento de Estado durante la Administración Obama, de que Estados Unidos y sus socios emitan “advertencias rápidas” para prevenir “cualquier indicio de fraude”.

Están en juego los negocios petroleros y de gas de compañías estadounidenses y europeas, como Chevron, Eni y Repsol, así como la renegociación de los bonos de deuda venezolana por 60 mil millones de dólares. Corina Machado y su grupo de fascistas no tiene ninguna prueba sobre el fraude y no han denunciado nada efectivamente, sin contar el cacareo en Twitter y con micrófono en mano. La oposición orquestó un guión conocido para agitar el fraude e intentar el golpe.

El presidente Nicolás Maduro denunció que “se está intentando imponer en Venezuela un golpe de Estado nuevamente de carácter fascista y contrarrevolucionario. Yo pudiera denominarlo una especie de Guaidó 2.0”, durante el acto en que el Consejo Nacional Electoral venezolano (CNE) lo proclamó vencedor de los comicios presidenciales. Por esta razón, convocó a la movilización del pueblo para consolidar la victoria popular, en la cual resultó vencedor con el 51,20 por ciento de los votos. “Convoco a la fórmula mágica de la unión cívico-militar-policial para que a partir de mañana todos los sectores sociales, fuerzas populares de base hagan un cronograma de movilización y vengan al Palacio de Miraflores”, manifestó ante una inmensa concentración en el Balcón del Pueblo y convocó a realizar “la madre de todas las marchas para celebrar la victoria de la paz en Caracas” a desarrollarse el 3 de agosto y llamó a cerrar filas en la batalla que se está dando en Venezuela por la verdad, la paz y contra el fascismo.