Crisis y lucha de ideas

Condicionado al extremo por el FMI, el gobierno nacional logró aprobar en ambas cámaras del Parlamento la Ley de Presupuesto 2019. Al límite de la provocación, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne sostuvo: “Nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el Gobierno”. Celebran entonces haber obtenido una victoria a lo Pirro, con severos costos políticos, un profundo descontento social y un debilitamiento cada día mayor de la figura presidencial. Pero un tropezón no es caída, dicen. Revela de todas formas que Macri actúa ya con reflejos de supervivencia, que su perspectiva de continuidad es mes a mes. La sesión en el Senado se produjo en un marco de aislamiento sin precedentes, con la Plaza de los Dos Congresos sitiada por las fuerzas represivas.

Es por esto que el Ejecutivo apela a los más variados recursos para desviar la atención y procurar ganar tiempo, ya no importa si son horas. Vale la final de la Libertadores, valen las disquisiciones de Patricia Bullrich sobre la libre portación de armas (no por esto menos peligrosas) y vale cualquier novedad que, aunque nimia, el monopolio convierte rápidamente en gigantografía. Sin embargo, el proceso de crisis es expansivo e insoslayable. A tal punto que hasta los sectores objetivamente beneficiados advierten. Es el caso de las agencias Fitch y Standard and Poor’s, quienes bajaron la calificación de la deuda argentina, cuyo monto se acerca a la totalidad de nuestro PBI. ¿Qué les dicen a sus clientes financieros, a quienes no pueden desinformar? Que una vez que se acaben los dólares del Fondo, la Argentina ingresa en default.

Con una proyección inflacionaria cercana a los 50 puntos, una caída de la actividad industrial sólo comparable con la salida de la convertibilidad y un deterioro del salario que ha disparado los índices de pobreza y exclusión, es de valorar la lealtad política de la conducción de la CGT al programa económico. Ante la promesa de un bono de fin de año (que las pymes no pueden pagar, que excluye a una parte de los trabajadores estatales, también a jubilados y pensionados, y que los privados de mayor envergadura van a retacear) los popes sindicales levantaron un paro que nunca declararon. Rápidos para los mandados. El argumento es el de la paz social, que a estas alturas es la paz de los cementerios. Estas permanentes defecciones, que meses atrás provocaban confusión, bronca o abatimiento, hoy generan realineamientos políticos con un denominador (o destino) común: Cristina.

La compañera es la artífice principalísima del frente de unidad amplia contra el neoliberalismo. Es quien va enhebrando un marco de confluencia con sectores políticos, sociales y sindicales, con personalidades de la ciencia y la cultura, con representantes de la pequeña y mediana empresa, que están dispuestos a confrontar con este modelo de hambre y represión. Es en el seno del peronismo donde el enemigo busca meter la cuña, pero son cada vez más los gobernadores, intendentes, legisladores y dirigentes que reconocen en CFK un liderazgo excluyente, además de ser a quien respaldan los votos. La ruptura del bloque que preside Miguel Ángel Pichetto en el Senado cristalizó este movimiento de fuerzas, en un contexto donde crece la valoración popular hacia la ex presidenta y cae estrepitosamente la imagen de Macri.

Diversos estamentos del poder real se desmarcan del gobierno de Cambiemos, cuyo ciclo advierten concluido. Determinados fallos judiciales o la interna desatada al interior de la Corte Suprema, son expresiones de esta situación. También presionan sectores de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), exigen más flexibilización laboral y ungen a María Eugenia Vidal de cara al 2019. Son los mismos que transmiten cual orden (a través de Clarín) que “Cristina no puede ser electa”. Son los yanquis, los que con Lula preso recuperaron Brasil, los que buscan encarcelar a Correa, los que pretenden condicionar de antemano a López Obrador en México, cuyo peso puede equilibrar las cargas en América Latina. “De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace”, sostenía José Martí. El derrotero en Brasil es una muestra cabal. “Ganémosla a pensamiento”, proponía el Apóstol cubano.