El 20 de octubre se realizaron los comicios generales en el hermano país y el resultado fue un claro triunfo del compañero Evo Morales Ayma, quien fue reelegido como presidente del Estado Plurinacional de Bolivia para el período 2020-2025.

Este resultado asegura la continuidad del proceso antineoliberal y de liberación nacional liderado por el Movimiento al Socialismo, que ya lleva 13 años de progreso socioeconómico ininterrumpido. Con el 47,08% de los votos, el compañero Evo fue reelecto en primera vuelta frente al 36,51% de su principal contrincante, el neoliberal ex presidente Carlos Mesa. Al haber una diferencia mayor al 10% de los votos entre el primero y el segundo, la constitución establece el triunfo inmediato sin necesidad de segunda vuelta. En números absolutos, el Movimiento al Socialismo obtuvo 2.889.359 votos frente a 2.240.920 de Comunidad Ciudadana, una diferencia en favor del MAS de 648.439 votos. Con estos números, el MAS no solo obtuvo la presidencia y vicepresidencia del país, que quedará nuevamente en manos del camarada Álvaro García Linera, sino que también consiguió mayoría absoluta en las cámaras de diputados y senadores; el control de 292 municipios (el 85% del total) y de 6 departamentos: La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Pando y Beni. Un dato interesante es el voto en el extranjero, en donde Evo se impuso con el 59,84% de los votos. En Argentina, por ejemplo, el MAS obtuvo un aplastante 82,6% (80.424 votos).

“Es la conciencia del pueblo que quiere continuar con nuestro Proceso de Cambio que garantiza crecimiento y justicia social con equidad; por eso es imparable.” aseguró Evo.

Pese al contundente e inobjetable triunfo del MAS, la oposición denunció un supuesto fraude y decidió desconocer los resultados electorales sin mostrar ningún tipo de prueba. Con anterioridad a los comicios, en una actitud absolutamente antidemocrática, ya habían anticipado que desconocerían los resultados si estos no les eran favorables. Con esto, sectores ultraderechistas y pro imperialistas no tardaron en salir a las calles a generar disturbios. Incendiaron varios centros electorales, atacaron viviendas de funcionarios de gobierno y buscaron agredir a todo simpatizante del MAS que encontraran en la calle. Hubo sectores que incluso proclamaron a Carlos Mesa como presidente, a la par que la OEA “recomendaba” al gobierno que viole la constitución y llame a una segunda vuelta.

Ante esta situación Evo denunció públicamente que se estaba orquestando un golpe de Estado y llamó al pueblo a estar alerta: “Denuncio ante Bolivia y el mundo que está en ejecución un golpe de estado que preparó la derecha con apoyo internacional. Los gestores del golpe tratan de impedir el conteo de las actas de votos y promueven el asalto a las instituciones. Quieren “reconocer” a un presidente estos días. No estamos en tiempos de colonias cuando se imponían presidentes. El pueblo defenderá pacíficamente la democracia. Exhortamos a la derecha boliviana a dejar de provocar enfrentamiento entre bolivianos. No siembren odio y desprecio a los sectores populares” manifestó.

El imperialismo, como se esperaba, se negó a felicitar a Evo Morales por el triunfo, pero si lo hicieron decenas de país de la región, además de los 120 miembros del Movimiento de Países no Alineados, que realizaron un encuentro el pasado 26 de octubre en Bakú, República de Azerbaiyán, en donde llamaron a respetar el resultado electoral de Bolivia.

Pese a los intentos de la oposición vende patria por deslegitimar los comicios, el pueblo boliviano salió finalmente de forma masiva a las calles para apoyar al presidente reelecto. La manifestación más grande se realizó en El Alto, La Paz, en donde decenas de miles de campesinos, indígenas, mineros y trabajadores en general, aglutinados en la Central Obrera Boliviana (COB), gritaron al unisonó: “¡Evo no está solo!”; “¡La derecha no volverá!”.

El pueblo boliviano sabe que la vuelta al neoliberalismo sería una catástrofe. Mientras los países latinoamericanos gobernados por neoliberales están estallando uno por uno, en Bolivia sucede lo contrario y es hoy un varadero ejemplo a seguir para nuestros pueblos. Es un país con desarrollo económico estable (el más elevado de Sudamérica) y que redistribuye sus riquezas para favorecer principalmente a la clase trabajadora y a los sectores más vulnerables. Un modelo económico basado en la nacionalización de los sectores estratégicos que, según un informe del Celag, les permitió una generación de riqueza adicional de 74.000 millones de dólares (dos PIB del año 2017), 670.000 puestos de trabajo, ahorro de divisas del 45%, aumento de consumo del 125% y subida de la inversión hasta 11,2 mil millones de dólares (29,9% del PIB). Además, con una inflación bajísima (1,5% en el último año) y un crecimiento sostenido que permitió la mejora de absolutamente todos los indicadores de bienestar social.