Fue liberado el ejemplo de lucha inclaudicable que sacó a millones de la pobreza y le devolvió la soberanía al Brasil. Apuntó a la responsabilidad del poder judicial, la red O Globo y el gobierno en su arbitraria detención.

Tras 580 días arbitrariamente preso en la cárcel de Curitiba, el ex Presidente de la República Federativa de Brasil y líder del hermano pueblo brasilero, Luiz Inácio Lula Da Silva, salió en libertad. La ansiada y justa liberación se precipitó tras el triunfo por seis votos contra cinco en el Supremo Tribunal Federal, en favor de la disposición (postergada durante meses enteros de especulación por la corporación judicial) de que los detenidos con condena en segunda instancia puedan apelar en libertad. A las pocas horas, la defensa apeló y finalmente el juez federal Danilo Pereira Junior, firmó la autorización para que Lula sea excarcelado.

Un reguero de alegría brotó por los pueblos latinoamericanos, principalmente en su país, donde miles de manifestantes lo esperaron en la sede del Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, ciudad vecina a San Pablo, donde el dirigente de 74 años inició su militancia política como gremialista. Allí, escoltado por compañeros como Gleisi Hoffman (Presidenta del Partido de los Trabajadores), el ex candidato presidencial Fernando Haddad, y el líder del bloque del PT en el Parlamento Paulo Pimenta, articuló un enérgico discurso lleno de esperanza y fuerza para lo que viene.

El ex mandatario que sacó a millones de la pobreza y le devolvió la soberanía al Brasil, destacó que el establishment trabajó “para criminalizar a la izquierda y al PT”, significando la clara persecución política que tuvo como verdadero objetivo la causa Lava Jato, plena de irregularidades y arbitrariedades, por la que fue encarcelado en abril de 2018. Reivindicó asimismo su voluntad de aceptar el pedido de captura y no asilarse en una embajada, porque “si hubiese salido del Brasil, me habrían tratado como un fugitivo”.

Pero, como auguró reiteradas veces desde la cárcel, la verdad venció y funcionará a partir de ahora como un bastión de trascendencia para enfrentar al neoliberalismo que gobierna el país en la figura del títere de turno, Jair Bolsonaro. En esa dirección, pidió veinte días para evaluar la gestión actual, sobretodo en materia económica y de derechos laborales, en la que el gobierno se está llevando puestas innumerables conquistas que los pobres alcanzaron bajo su gobierno y el de Dilma Roussef, quién dejó el poder en 2016 tras un impeachment parlamentario.

Por otro lado, señaló la gravedad de los vínculos que el gobierno mantiene con grupos paramilitares relacionados con el narcotráfico y que ocupan las áreas conurbanas de Río de Janeiro, exacerbando la violencia y la criminalización de la pobreza. Además, pidió que se lleve a cabo una investigación seria por el asesinato de la Concejala Marielle Franco, causa en la que los esbirros de Bolsonaro también se encuentran involucrados.

Finalmente, no se olvidó del triunfo de Alberto y Cristina, a quienes les mandó un saludo fraterno en la inauguración del Grupo de Puebla, y aseguró que continuará al frente de la lucha por la liberación del pueblo de su país, el cual va a volver a recorrer de punta a punta como hizo en las históricas caravanas previas a la elección de 2017, en las que quedó demostrado el enorme apoyo que las mayorías le brindan. “Estoy seguro de que si tenemos el ingenio y sabemos cómo funcionar bien en 2022, la izquierda a la que Bolsonaro le tiene tanto miedo, va a derrotar a la ultraderecha”.