BRASIL

Lula: del hostigamiento a la ofensiva

La oposición política y sus aliados han iniciado una fuerte campaña para derrocar a la presidenta Dilma, destruir al PT y aplastar la candidatura a la presidencia de Lula.

Brasil transita un momento crucial. El ataque de la derecha que se viene construyendo a través de ejes bien conocidos, el poder judicial y los monopolios mediáticos, y que se articulan en toda América del Sur, se acelera. El objetivo es terminar con los gobiernos petistas y poner fin a un proceso popular y progresista que lleva más de una década en el gobierno.

La campaña se intensificó a partir de que Lula hiciera pública su voluntad de presentarse como candidato a la presidencia para el 2018. Esto aceleró los tiempos de la derecha y su decisión de arrinconar al gobierno de Dilma. Empezó a precipitarse el viernes 4 de marzo, cuando la policía fue a buscarlo a su casa, allanamiento mediante, y sometió al ex presidente a un interrogatorio de casi cuatro horas.

Se está organizando un “golpe blando”, método probado ya en el continente para derrocar al ex presidente Manuel Zelaya en Honduras y a Fernando Lugo en Paraguay, con la complicidad del poder judicial y/o parlamentario, las fuerzas armadas, corporaciones empresariales y el impulso de Estados Unidos.

Como señaló Cristina en su última intervención como presidenta, “hay una agenda que desde afuera se ha escrito para la región y que pivotea sobre tres ejes fundamentales: un eje de hegemonía mediática para pelear el sentido cultural y fundamentalmente la batalla de las ideas; por el otro lado, un eje político -esto se ha venido dando a lo largo de los 200 años de historia- y una tercera pata, que aparece en esta década, luego de haber sido precedida por las dictaduras militares, (…) lo que yo denomino el Partido Judicial, que constituye un trípode sobre el cual uno puede ver cómo se opera en los distintos países de la región.”

Brasil cuenta con grandes riquezas naturales, una empresa petrolera de gran importancia y es un mercado muy tentador, dado su volumen, para el capital extranjero, sobre todo teniendo en cuenta la fuerte crisis del sistema capitalista y los países centrales. Es la primera economía de América del Sur y su política define mucho de lo que sucede en el subcontinente. Al mismo tiempo, su inserción en agrupamientos económicos de la importancia de los BRICS promueve el multilateralismo en la escena internacional, rivalizando con la hegemonía norteamericana.

A la vez, detrás de esta operación política está la intención de dar un zarpazo contra todos los gobiernos populares. Este ataque va más allá de Brasil y es similar a los que se están dando en contra de Cristina, de Evo Morales en Bolivia y de Nicolás Maduro en Venezuela.

Para esto es necesario defenestrar y arrancar de la historia y la memoria del pueblo al PT y a Lula. Cuando el exmandatario inició su gobierno, el 10 por ciento de la población rica concentraba la mitad del dinero del país y le dejaba apenas a los más pobres el 10 por ciento restante del total de los ingresos. Lula logró cambiar esas cifras, también aumentó el salario mínimo en un 62 por ciento en cinco años. En seis años, por ejemplo, la desnutrición de Brasil se redujo a un 73 por ciento y la mortalidad infantil en un 45 por ciento.

Numerosas figuras políticas de América Latina y el Caribe se solidarizaron con el expresidente Lula da Silva, entre ellos, Cristina Fernández de Kirchner, Ernesto Samper, Manuel Zelaya, Fernando Lugo, José Mujica, Evo Morales. Por su parte, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) sancionó el accionar de la derecha, así como un gran número de organizaciones sociales y gremiales a nivel internacional.

Lula salió de rendir declaración, fue a la sede del PT y dio una conferencia de prensa emocionante, donde dijo que su llama está intacta ratificando su candidatura y su compromiso con el pueblo brasilero frente a los militantes del PT que lo fueron a apoyar y que se preparan para organizar manifestaciones de repudio a los intentos golpistas y en apoyo de Dilma y Lula. Además, acaba de aceptar integrarse al gobierno como Ministro de la Casa Civil, que es el cargo más importante dentro del ejecutivo luego del de presidente. El objetivo de esta decisión es recomponer las alianzas del gobierno en el Congreso para frenar los intentos golpistas contra Dilma.

El ruido mediático puede confundir a unos cuantos, pero la memoria y la fuerza de un pueblo que ha ganado su dignidad en estos años acompañan al líder sindical y político que más ha hecho por los humildes en la historia de Brasil.

Provocaciones

El 11 de marzo, la Policía Militar (PM) de San Pablo invadió el sindicato de metalúrgicos, con armas largas, en un intento de impedir un acto en homenaje al expresidente Lula. La Policía Militar antes de retirarse anotó los datos de los manifestantes denunciaron los organizadores.

En esos días, se realizaron actos vandálicos contra las sedes de organizaciones estudiantiles de la Universidad de San Pablo. La UNE denunció el ultraje de sus locales con grafitis agresivos, cargados de odio e intolerancia. Y recordó que hechos como estos ocurrieron por última vez en vísperas del golpe militar de 1964, cuando la sede fue incendiada.