¿Quién no quiere la paz en Siria?

No es difícil la respuesta. Los yanquis acaban de torpedear un armisticio en la república árabe, impuesto por el accionar común de Rusia, Irak, Irán y Turquía, que contaba con el respaldo además de la República Popular China. El imperialismo sigue alimentando a los grupos terroristas, buscando sin éxito derrocar al presidente Al Assad.

Desde un punto de vista filosófico, la paz es el más importante anhelo de los pueblos del mundo para garantizar el desarrollo de la sociedad y la felicidad del pueblo. Estas premisas chocan con las pretensiones hegemónicas del imperialismo en el Medio Oriente, sacudido por históricos enfrentamientos tanto políticos como religiosos que favorecen la aparición y el crecimiento de los conflictos.

En el contexto actual de las tensiones provocadas en territorio sirio, promovidas en su inicio para derrocar al gobierno de Bashar Al Assad por parte de fuerzas “rebeldes” -financiadas y armadas por el imperialismo- esta búsqueda parece convertirse en utópica día tras día.

El reciente acuerdo para un cese al fuego al que arribaron el gobierno y los rebeldes, apoyado por los EE.UU. y la OTAN, Rusia, China, Irán y Turquía (aunque desde distintos objetivos) asomaba como un inicio de solución al conflicto, al tiempo que prometía conversaciones de paz en la República Árabe. Más de trescientas violaciones a la tregua fueron denunciadas en sólo una semana, poniendo en jaque el éxito del cese al fuego.

El bombardeo norteamericano a posiciones del Ejército sirio, sospechosamente seguido por un ataque de ISIS a dicha locación, que provocó 62 bajas (¿daño colateral?) y el reciente bombardeo a una caravana de ayuda humanitaria de la Luna Roja Siria, parecen dinamitar cualquier posibilidad de llevar adelante esta tregua, ya que el gobierno sirio no acepta (con razón) mantener un cese del fuego unilateral que no conduciría a ninguna parte.

La convocatoria por parte de Rusia al Consejo de Seguridad de la ONU tras el ataque yanqui se convirtió en un nuevo escenario de la confrontación. En ese contexto, el representante ruso declaró que el éxito del acuerdo dependerá de cómo Washington reaccione ante el incidente, al tiempo que señalaba que jamás había presenciado semejante expresión de la “mano dura estadounidense” y que si esta actitud no variaba, estaban en “serios problemas”.

A los ataques de los “rebeldes” y los islamistas, se unió un ataque por parte de Israel, quien lanzó tres misiles sobre posiciones sirias en respuesta a un supuesto ataque a su territorio.

El creciente protagonismo de Vladimir Putin en la escena internacional y el fortalecimiento de la posición rusa frente a los avances de la OTAN en el Báltico a caballo del conflicto en Ucrania, junto a los acuerdos que aquel va alcanzando con otras naciones opuestas al papel hegemónico que los EE.UU. intenta reforzar, van configurando una nueva multipolaridad en condiciones de enfrentar la ola de ataques violentos en el mundo.

Unido a todo esto, se extiende el desastre humanitario en una Nación desangrada por el accionar criminal de los “rebeldes” y de las bandas terroristas de Al Nusra y Estado Islámico. En las últimas horas, un convoy de la Luna Roja Siria que llevaba ayuda a Aleppo fue bombardeado. Los yanquis se apresuraron en señalar a Rusia, pero ya hay imágenes que muestran a aviones no tripulados pertenecientes a la coalición internacional liderada por los Estados Unidos, sobrevolando la zona atacada momentos antes de la explosión. La respuesta de la ONU fue el cese del envío de ayuda humanitaria a esa región.

Como telón de fondo, asoma brutalmente el drama de los refugiados, sobre los que se realizan rimbombantes declaraciones y se articulan pocas acciones efectivas. Al drama de la guerra civil, se suma la muerte en los océanos o en las fronteras de miles y miles de niños, mujeres y hombres que huyen de la confrontación armada.