EDITORIAL

NO HAY APRIETE QUE VALGA

Cristina va al frente

La diputada oficialista Margarita Stolbizer lo dijo sin ambages hace unos pocos días: “El mayor problema sería que Cristina se convierta en una alternativa para 2019”. Hay que reconocerles honestidad intelectual o un nerviosismo que no logran disimular. Esto último es lo que explica la furiosa persecución contra la ex presidenta, los intentos de proscribirla políticamente, la obsesión por encarcelarla. El bochornoso operativo montado en Comodoro Py fue (además de una provocación que pudo haber terminado mal) una muestra evidente del nivel de torpeza y desesperación que embarga a la derecha, lo que los hace más agresivos y peligrosos. La reacción de Cristina al bajarse del auto que la trasladaba para frenar la represión descolocó aún más a los gendarmes y policías y los hizo retroceder.

Son los yanquis quienes manejan los hilos. El mecanismo de hostigamiento mediático y judicial es idéntico al que se impulsa contra el compañero Lula en Brasil. Allí también el poder real verbalizó sus intenciones de impedir que el ex presidente obrero pueda presentarse en las presidenciales de 2018. La ofensiva se acentúa mientras el golpista Temer busca que el Parlamento apruebe un congelamiento de la inversión pública por 20 años. Ante mayores dificultades del enemigo para imponer sus políticas de hambre y entrega, mayores son también los ataques contra los pueblos y especialmente contra sus liderazgos.

Este es el escenario que transita nuestro país, de agudización de la situación económica y profundización del conflicto social, con infructuosos intentos del gobierno por tapar el sol con las manos. Esto también lo explicó Cristina, respecto a cómo revolean causas judiciales para desviar el foco de lo principal, que es el vertiginoso deterioro de las condiciones de vida de millones de argentinos producto de la aplicación del plan neoliberal.

Siguen cayendo los ingresos fiscales como resultado de la sostenida contracción de la actividad económica y el consumo. En el mes de octubre la recaudación fue del 24,4 por ciento, prácticamente la mitad de la inflación proyectada para este año. No es ajeno este fenómeno al proyecto de Presupuesto 2017 que impulsa el gobierno nacional, con la pretensión de profundizar el endeudamiento externo (aunque se niegan a explicitarlo) y una redistribución regresiva de los recursos en el orden nacional, donde las regiones más ricas serán las más beneficiadas. Por ejemplo, la pampa húmeda.

La distribución del ingreso empeoró de manera significativa en el segundo trimestre de este año respecto al mismo período de 2015, ahondando la brecha de desigualdad y revirtiendo drásticamente su tendencia descendente de los últimos 12 años. El diez por ciento más rico de los hogares incrementó su ingreso medio un 49,5 por ciento durante el 2016. La contracara es el decil de hogares más pobres que en el mismo período aumentó su ingreso medio sólo un 33,6 por ciento, con lo que se redujo su participación en el ingreso y el consumo.

Esta coyuntura explica el apuro de la Alianza Cambiemos por imponer una reforma política cuyo objeto principal es la introducción de la boleta única electrónica, portadora de un chip fácilmente manipulable. En criollo, están generando las condiciones para construir un fraude electoral en las próximas elecciones. Resta por ver si los tiempos legislativos (escenario donde además vienen acumulando sucesivas derrotas) permitirán al gobierno avanzar en este cambio drástico del sistema de votación. Esta pretensión evidencia la enorme preocupación de la derecha frente a dos elementos: por un lado, el creciente deterioro del gobierno de Mauricio Macri en la percepción de las grandes mayorías, y por el otro, el crecimiento de la imagen positiva de la compañera Cristina en términos electorales. En esto coinciden todas las encuestas de opinión, las haga quien las haga.

La conductora del proyecto nacional va al hueso de la cuestión, que es orientar todos nuestros esfuerzos a la construcción de la fuerza política frentista donde confluyan con amplitud todos aquellos sectores identificados con las conquistas alcanzadas durante la última década y, en términos más generales, todos los agredidos por las políticas hambreadoras del neoliberalismo. Solo si logramos dar este salto cualitativo, podremos afrontar con solidez cada una de las batallas que tenemos por delante.