EDITORIAL

LA ARGENTINA DE MACRI

Un callejón sin salida

Cuánto tiempo podrá sostenerse un modelo de ajuste, devaluación y endeudamiento como el que impuso Cambiemos desde el 10 de diciembre? ¿Cuánto se tolera un circuito de especulación financiera que en 11 meses generó una fuga hacia el dólar equivalente al 90 por ciento de las reservas internacionales? Las consecuencias sociales son lacerantes y el contraste con el proyecto nacional también. Cómo advirtió Cristina días atrás en Florencio Varela, nuestro país se embarcó en un nuevo ciclo de reformas neoliberales en un contexto de retroceso objetivo del neoliberalismo en el mundo (en particular desde el estallido de la crisis global en 2008) que expresa además el declive de la hegemonía unipolar del imperialismo norteamericano.

Por décimo mes consecutivo, en octubre se contrajo el consumo un 5,2% interanual. La inflación fue del 2,4%, impulsada por el tarifazo sobre los servicios públicos, desmintiendo la versión propalada con bombos y platillos de una desaceleración que nunca llegó. Con un particular sentido de la oportunidad, o un cinismo militante, se supo la novedad (Ley de Presupuesto 2017) de que el gobierno nacional decidió condonar una deuda por 19 mil millones de pesos a las distribuidoras eléctricas, una “yapa” luego de la enorme transferencia de recursos canalizada a través del aumento de tarifas. Esto se llama saqueo.

Macri pensaba seguir cubriendo con emisión de deuda (90 mil millones de dólares en 2016) esta suerte de revival de la borrachera neoliberal que explotó en 2001. Sin embargo, el resultado electoral en los Estados Unidos alteró los planes de la administración PRO, si es que Donald Trump avanza en su decisión de subir las tasas de interés de la Reserva Federal (FED) y encarecer el endeudamiento en dólares a nivel global.

El magnate norteamericano logró captar el descontento de una parte significativa de las amplias mayorías empobrecidas en los Estados Unidos durante los últimos años, apelando a un pragmatismo económico que se ciñe a los “problemas internos”, promueve el proteccionismo y reniega del financiamiento a la OTAN, los Tratados de Libre Comercio (TPP, NAFTA, Alianza del Pacífico) y otros pilares de la política del imperialismo. Esto es lo que prevaleció y relegó a un segundo plano su verborragia xenófoba y fascistoide. A la luz de los principales editoriales de la élite mediática yanqui, Trump no era el candidato elegido por el establishment para esta etapa.

Lo cierto es que esa noche de “súper martes” -según su propio relato- Prat Gay no pudo dormir. Si observamos la hoja de ruta neoliberal que preveían para la Argentina, podemos afirmar que se encuentran ahora frente a una encerrona. Nunca llovieron las inversiones prometidas y tampoco lloverán los dólares que les permitieron huir hacia adelante. El efecto será más ajuste contra el pueblo y más penurias para los trabajadores, acompañado de un recrudecimiento de la persecución contra la compañera Cristina y, en ese marco, contra su familia.

Cristina no sólo constituye el único liderazgo político opositor al gobierno antipopular, sino que en su figura (y en el respaldo masivo que concita) radica la única salida posible para nuestro pueblo y nuestra Nación. Reconocer su rol como conductora es concentrar hoy nuestro accionar político en la construcción de la fuerza frentista del kirchnerismo. ¿Es machacón? Sí, porque es lo estratégico y nuestra prioridad principal en las actuales condiciones de nuestra Patria. El desarrollo del instrumento político no será un proceso lineal ni uniforme, sino que coexistirán diferentes planos de unidad entre diversos actores políticos y sociales dispuestos a resistir la aplicación del neoliberalismo y comprometidos con los cambios necesarios en nuestro país. Si avanzamos consecuentemente en este camino, podremos desde allí aportar a la construcción de una nueva mayoría que nos permita alzarnos con una victoria en 2017 y volver al gobierno en las próximas elecciones presidenciales.